Hay sueños que parecen lejanos, casi imposibles, especialmente cuando se nace en una orilla de Punta Lara, entre chapas, humedad y oficios que no permiten distracciones. Pero para Joel Baban –o Facu Baban, como se lo conoce ahora– el arte siempre estuvo presente, incluso cuando trabajaba como herrero, soldador, electricista o montador de redes.
El actor ensenadense, nacido y criado en Villa Rubencito, vive su momento de gloria en la pantalla grande de la plataforma más famosa del mundo, al participar en la esperada serie El Eternauta, nada menos que en una escena junto a Ricardo Darín.
Y si bien su aparición fue breve, dejó marca: (spoiler) fue el primero en descubrir que la nieve dejaba de ser tóxica después de caer.
En el capítulo 2 de la serie, Darín –en el papel de Juan Salvo– llega a un edificio buscando a su hija. Allí se cruza con el personaje de Baban, y al que confunde con un ladrón.
La escena es intensa y emocional, y a pesar de la brevedad del guion, Joel logró captar la atención de muchos. “Fue una participación que para mí es una llegada, un sueño cumplido después de tantos años de intentar”, dice, con la sencillez de quien sabe que todavía no puede vivir de actuar, pero no por eso deja de soñar.
DE PUNTA LARA A NETFLIX
Tiene 33 años, vive ahora en San Luis y es padre de tres hijos. Se considera, ante todo, un trabajador. “Mi vida ha sido un poco prestada para poder encarar este sueño. El arte de actuar, para mí, nació del hambre de chico y las ganas de ser comprendido”, cuenta.
Mientras tanto, sigue viajando por el país como técnico independiente, haciendo montajes eléctricos, instalando alarmas y cámaras de seguridad, armando lo que haya que armar para sostener a la familia y la pasión.
La oportunidad de “El Eternauta” llegó después de un sinsabor: estuvo a punto de quedarse con un papel en la aclamada “La sociedad de la nieve“, pero finalmente no se le dio. En lugar de rendirse, siguió insistiendo. “Yo no dejo de hacer castings, de mandar material, de presentarme a todas las convocatorias que veo, aunque haya cien ‘no’ antes de un ‘sí’. Cada ‘no’ te acerca más al que sigue. Para mí, es por ahí.”
El orgullo de su gente no se hizo esperar. Desde Ensenada y por supuesto incluyendo Punta Lara, todos lo saludan como al “campeón del barrio”. Lo llaman, lo felicitan, le piden que no se olvide de sus raíces. “Soy de Punta Lara, es mi ciudad natal, donde crecí. Toda mi vida actué, aunque fuera en otras escenas, en talleres, en obras, en YPF, donde trabajé de soldador, en la calle, en la vida misma. Siempre me tocó poner actitud, encarar, resolver, y eso también es actuar”, relata.
RICARDO DARÍN, UN TIPO COMÚN Y ACCESIBLE
¿Y cómo fue trabajar con Darín?, le consultó este cronista de Infocielo… “Gran pregunta”, responde Joel, aún con la emoción intacta. “A pesar de su grandeza, nunca me sentí lejos. Tiene una sensibilidad tan humana que hace que todo fluya. Para mí, Darín es un ícono, es su propia marca. Lo seguí en todo, me adapté a su ritmo, y aprendí mucho solo observándolo. Es un tipo de barrio, te hace sentir cómodo, como si estuvieras charlando con el carnicero o el remisero. En ningún momento me sentí con una estrella, y eso habla de su humildad”.
Esa misma humildad es la que transmite Joel cuando habla del futuro. No sueña con la fama, sino con oportunidades. “Esto fue un comienzo. Quiero seguir tirando del hilito, que se forme una hilacha más grande y poder aportar al cine nacional. El camino del actor no es como el del futbolista, no hay edad límite. El artista se va formando, se nutre, y llega cuando el público lo siente. Aunque tenga 50 años y me toque volver a actuar, para mí está bien.”
Mientras tanto, sigue con su oficio. Tiene su equipo de trabajo, lo lidera con empatía, aprendiendo cada día. Pero no afloja con los castings, con los sueños. Porque como él mismo dice: “El gusto lo tiene el público, pero los directores saben lo que quieren expresar y con quién. Yo estoy listo para cuando me elijan”.
Facu Baban es eso: un obrero del arte, con raíces bien bonaerenses, puntalarense de corazón y luchador por vocación. Un actor que no se olvida de su origen, que camina con los pies en la tierra y el alma en los rodajes. Y que, gracias a una escena con Darín, dejó claro que el talento también nace en la periferia.