Existe un misterio detrás del sabor del café en días de lluvia. Para muchos amantes de esta bebida no hay sensación comparable a disfrutar de una taza recién preparada específicamente en una mañana lluviosa. Curiosamente, en estas ocasiones, el café parece tener un sabor más profundo, con notas más marcadas y una sensación en boca diferente. ¿Se trata solo de una percepción subjetiva o hay una razón científica detrás de esta experiencia?
En grano y molido al instante
La respuesta no es simple, pero tiene fundamentos sólidos. Y para entenderlo mejor, aclaremos un punto clave: este fenómeno ocurre con café en grano recién molido y preparado en el momento, ya sea por extracción a presión (como en una cafetera espresso) o por goteo (como en un método V60, ‘de filtro’, o Chemex).
No estamos hablando de café instantáneo ni de café molido que lleva tiempo almacenado, sino del café que se muele justo antes de prepararlo, asegurando la frescura de sus aceites y compuestos aromáticos.
Humedad y extracción: cómo la lluvia cambia la ecuación
El café es una sustancia higroscópica, lo que significa que absorbe humedad del ambiente. En días de lluvia, el aire contiene un mayor porcentaje de humedad relativa, lo que impacta en la molienda y la extracción del café.
Un estudio publicado en la revista Cenicafé indica que cuando el grano de café está expuesto a una mayor humedad ambiental, su estructura interna cambia sutilmente, afectando la forma en que se extraen los compuestos solubles durante la preparación. Esto puede intensificar ciertos sabores y hacer que el café tenga más cuerpo y profundidad.
Además, la humedad influye en la forma en que los aceites esenciales del café se volatilizan. En un ambiente seco, estos aceites pueden evaporarse más rápidamente, mientras que en un entorno más húmedo, tienden a permanecer más tiempo en la infusión, lo que refuerza la percepción de un café más aromático y sabroso.
Temperatura y percepción sensorial
Otro factor clave es la temperatura. En días (un poco más) frescos y lluviosos, el contraste entre el calor del café y el clima exterior genera una experiencia más placentera y sensorialmente más intensa. Según Perfect Daily Grind, la temperatura óptima para la liberación de compuestos aromáticos en el café está en torno a los 76°C. Cuando el ambiente es más frío, los vapores que emanan de la taza se perciben con mayor nitidez, potenciando los aromas y sabores del café.
Además, la menor temperatura exterior (10 grados menos el martes que el lunes) puede ralentizar la percepción de la acidez y el amargor, lo que da la sensación de un café más equilibrado y con notas más profundas.
El entorno y la psicología del sabor
No podemos ignorar el impacto del contexto en la experiencia sensorial. La lluvia genera una atmósfera que favorece el disfrute de bebidas calientes, y nuestro cerebro asocia ciertos momentos con sabores reconfortantes. El sonido de la lluvia, la falta de estímulos visuales intensos y la sensación de estar refugiados pueden amplificar nuestra percepción del café como más intenso y satisfactorio.
Por lo tanto, si alguna vez sentiste que tu café tiene un sabor especial en un día de lluvia, no es solo una ilusión. La humedad, la temperatura y la atmósfera general afectan tanto la preparación del café como la forma en que lo percibimos. Pero para que este fenómeno ocurra, es fundamental que se trate de café en grano recién molido y preparado en el momento. Así que hoy o la próxima vez que llueva, prepará tu café favorito, cerrá los ojos y disfrutá del misterio de los sentidos en acción.