¡Nacieron los mellizos de Doña Elvira!
¡Terminó la Segunda Guerra Mundial!
¡Carlos Monzón es campeón mundial de peso mediano, al noquear al italiano Nino Benvenuti en el Palazzo dello Sport de Roma!
La radio era el único medio capaz de transmitir sonido a una gran cantidad de personas simultáneamente desde el 27 de agosto de 1920 y la convirtió en el primer medio de comunicación de masas cuando los receptores empezaron a aparecer y hacerse populares. Noticias y actualidad, música, deportes, entretenimiento y ficción (como las radionovelas)
Y entonces apareció el streaming
Cada vez que ves un video de YouTube en tu teléfono, una película de Netflix en tu tablet o escuchas música de Spotify mientras trabajas con tu notebook, estás haciendo streaming. El término “streaming” se refiere a cualquier reproducción de audio, video y otros contenido multimedia en un dispositivo en tiempo real a través de Internet. Al hacer streaming, puedes ver o escuchar contenido sin tener que descargarlo antes en tu dispositivo.
Uno de los primeros streamings en vivo por Internet fue una transmisión de ESPN SportsZone de un juego de los Seattle Mariners vs. los New York Yankees que se retransmitió a miles de suscriptores en septiembre de 1995. La compañía que hizo posible esta tecnología se llamaba RealNetworks. Pronto le siguieron tecnologías de streaming como QuickTime de Apple y Windows Media Player de Microsoft. Sin embargo, los problemas de CPU y ancho de banda eran grandes obstáculos para la innovación en aquella época. El buffering y los problemas de conectividad también dificultaron el streaming para la mayoría de los usuarios de Internet residencial. Las mejoras en la tecnología de banda ancha se tradujeron en velocidades más rápidas y la capacidad de transmitir más datos por Internet, lo que supuso un gran avance al streaming tal y como lo conocemos hoy.
En 2007, Netflix, que hasta entonces había operado como servicio de DVD por correo, lanzó su servicio de streaming, y comenzó oficialmente la “guerra del streaming” tal y como la conocemos hoy en día.
La forma en que escuchamos música, noticias o entretenimiento
No es sólo una cuestión tecnológica, es también un reflejo de cómo vivimos, nos relacionamos y buscamos compañía. En este escenario, la radio tradicional y las plataformas de streaming conviven como dos lenguajes culturales distintos que dicen mucho sobre nosotros como oyentes.
La radio nació como un espacio colectivo. Escuchar una emisora era compartir un mismo tiempo y un mismo mensaje con miles de desconocidos. La voz del locutor se volvía parte de la intimidad del hogar, de los viajes en auto o de la rutina laboral. Esa sensación de estar “acompañados” por alguien en vivo —con sus aciertos, sus silencios y hasta sus errores— construyó un lazo de confianza que atravesó generaciones.
El streaming, en cambio, responde al pulso de la era digital: personalización, control y aislamiento. Hoy cada usuario arma su propio universo sonoro a medida. La música deja de ser un acto comunitario para transformarse en una experiencia íntima, solitaria y, en muchos casos, individualista. La playlist sustituye al programa radial, el algoritmo reemplaza al conductor, y la sorpresa se cambia por la seguridad de que todo suena según nuestros gustos.
Este contraste revela algo más profundo: la transición de una cultura de lo compartido hacia una cultura de lo individual. Mientras la radio nos recuerda que estamos insertos en una trama social —escuchamos lo mismo que otros al mismo tiempo—, el streaming nos ofrece una burbuja hecha a nuestra medida.
Regular el uso del streaming, es una deuda que el Estado mantiene con una sociedad en proceso de desarrollo. Es en este escenario descrito que las plataformas ganan cada vez más adeptos y eso atrae las inversiones publicitarias cuyas cuentas mudan desde los medios convencionales. Cualquiera puede hacer radio via streaming desde su casa con apenas una computadora, un micrófono y banda ancha. No hay control del contenido ya que es “una conversación entre 2 personas”. Es específico para cada usuario. Tú eliges qué ver y cuándo verlo. Aunque los streamings en directo pueden parecerse a la radiodifusión por su naturaleza en tiempo real, se transmiten de forma individual a través de Internet, en lugar de hacerlo por ondas o por cable.
Sin embargo, no se trata de una batalla con ganadores y perdedores. Lo que emerge es una nueva forma de escucha híbrida. Muchos buscan la calidez de la radio para sentirse parte de una comunidad, y al mismo tiempo aprovechan el streaming para ejercitar la autonomía y la fragmentación que define nuestra vida digital.
En definitiva, elegir entre radio o streaming no es solo elegir un soporte: es también elegir cómo queremos relacionarnos con el tiempo, con los otros y con nosotros mismos. La pregunta que queda abierta es si, en medio de tanto contenido a demanda, seguiremos necesitando la compañía de una voz en vivo que nos recuerde que no estamos solos.
El apoyo de las marcas
El crecimiento de la inversión publicitaria digital en el país se incrementa significativamente año a año. Este incremento responde a que los costos son más bajos en las plataformas en comparación con los medios analógicos o híbridos, como por ejemplo UrbanaPlay, lo que estimuló a muchas marcas de primera línea a redirigir sus presupuestos publicitarios hacia lo digital.
¿Quién escucha radio y quien elije streaming?
La elección entre radio y streaming no es solo tecnológica: también responde a edades, estilos de vida y formas de vincularse con el tiempo libre.
Los contenidos de streaming más escuchados en Argentina se dividen en dos grandes grupos: las plataformas de streaming nativo digital como Luzu TV y Olga, que compiten por liderazgo en audiencia y visualizaciones. Luzu TV, lanzado en 2020 por Nicolás Occhiato, marcando un hito en el contenido digital local. Sin embargo, si consideramos la transmisión de contenido de radio a través de internet y web, Vorterix, creado por Mario Pergolini en 2012, fue un pionero importante en la fusión de radio con contenido audiovisual en línea. Otros destacados del streaming son Olga (liderando en visualizaciones totales), Bondi Live y Blender, o los híbridos como Urbana Play (KZO), Radio con Vos y La 100.
Radio tradicional
- Generación mayor (40+): muchos mantienen la costumbre de encender la radio como parte de la rutina diaria. La asocian con compañía, noticias al instante y voces familiares.
- Sectores laborales en movimiento: taxistas, choferes, comerciantes y trabajadores que pasan varias horas fuera de casa suelen elegir la radio por su inmediatez y porque no requiere manipulación constante.
- Público de cercanía: oyentes que buscan conexión con la agenda local, programas en vivo, sorteos, humor y esa sensación de estar “acompañados” por una comunidad invisible.
- Espacios domésticos: la radio sigue siendo parte de la cocina, el taller o la oficina, donde la música o las noticias funcionan como un fondo compartido.
Streaming
- Generación joven (15-35): creció con dispositivos móviles y encuentra natural la idea de tener playlists y podcasts al alcance de un clic.
- Usuarios multitarea: personas que usan auriculares en el transporte público, en el gimnasio o trabajando, y que valoran controlar exactamente qué suena.
- Consumidores de nicho: quienes buscan contenidos muy específicos (un podcast de historia, una playlist de jazz japonés, un set de DJ en vivo).
- Público globalizado: menos ligado a lo local, más conectado con catálogos internacionales y tendencias virales en redes.
En términos socioculturales, la radio funciona como un espacio comunitario, donde lo importante es escuchar junto a otros en el mismo momento. El streaming, en cambio, es un espacio de individualización, donde cada oyente se convierte en su propio programador.
¿Por qué la radio no debería morir?
En tiempos donde todo parece estar al alcance de un clic, puede sonar lógico pensar que la radio tradicional quedará arrinconada por el streaming. Sin embargo, reducirla a una reliquia tecnológica sería desconocer su valor cultural y social. La radio no debería morir porque representa algo más que un soporte: es un espacio de encuentro, de comunidad y de memoria compartida.
La radio es inmediatez. Ningún algoritmo reemplaza la urgencia de una transmisión en vivo cuando ocurre un hecho imprevisto. En una catástrofe, en un apagón o en una crisis social, la radio se convierte en un faro de información confiable, disponible incluso cuando las pantallas fallan.
La radio es también compañía. Hay algo irreemplazable en esa voz que nos habla al mismo tiempo que a miles de personas más. La sensación de que alguien está ahí, improvisando, comentando el clima o riéndose de una anécdota, construye un lazo humano que ninguna playlist preprogramada puede imitar.
Además, la radio es identidad local. Mientras el streaming nos abre al mundo global, la radio nos ancla a nuestra ciudad, a nuestras costumbres y a los pequeños relatos cotidianos que no entran en el radar de las grandes plataformas. La canción de un artista emergente, el informe del tránsito en una avenida, el saludo de un oyente: todo eso sostiene un tejido comunitario invisible.
Por último, la radio encarna el valor de lo inesperado. En un mundo dominado por la elección y el control, encender la radio implica aceptar la sorpresa: una canción olvidada, una entrevista improvisada, un error al aire que nos arranca una sonrisa. Esa espontaneidad es lo que nos recuerda que estamos vivos y conectados con otros.
Por todas estas razones, la radio no debería morir. Quizás cambie de formato, se traslade a lo digital o se reinvente en podcasts y transmisiones online. Pero mientras haya necesidad de comunidad, de voces humanas y de compañía real, la radio seguirá siendo mucho más que un medio: será un ritual de escucha compartida.
Fuentes:
* https://es.t-mobile.com/dialed-in/wireless/what-is-streaming