El titular de UPCN Provincia, Carlos Quintana, transita momentos de mucha zozobra. Quizá como nunca en estas tres décadas de poder ininterrumpidas. A los problemas que venía arrastrando y que no logra mantener bajo la alfombra, apareció en su horizonte su peor temor: el fantasma de la intervención.
La preocupación ya corre por los pasillos del edificio de 13 y 50, la sede central de La Plata. A Quintana le habría llegado la información de que el ‘gordo’ Andrés Rodríguez, conocido como “El Centauro” y secretario general a nivel nacional, lo tiene en la mira.
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Desde Nación, estarían poniendo en duda la cantidad de afiliados que declara Quinta, cifra que –de ser cierta- pone a la platense como la segunda filial en importancia. En la dinámica de una unión, ese dato es sustancial porque la recaudación es centralizada y luego se divide según el peso de cada seccional.
Por eso, hasta los aliados de Quintana consideran que “se le fue la mano” con el dibujo. “Si Andrés se cansa, un día de estos nos manda un micro con 50 muchachos y en una hora se termina el reinado de Quintana”, fue una de las frases que se escuchó en el sindicato durante los últimos días.
Lo que es un hecho en el ámbito bonaerense también llegó a Capital Federal: por su perfil ultraoficialista, el gremio ha sufrido, desde 2015 hasta acá, una desafiliación masiva. Está diáspora, principalmente, se dio a favor de ATE, una espacio más combativo que tomó protagonismo por enfrentar claramente a María Eugenia Vidal.
El recorte de prestaciones y de beneficios también sería otro de los motivos que han tenido miles de estatales para cambiar de organización. No obstante, se han podido ver escenas de enojo y gritos en los mostradores de atención al público porque los trámites para abandonar UPCN serían muy lentos. La sospecha es que hay una orden de cajonearlos.
No obstante, en el núcleo duro quintanista se abrazan a la idea de que Rodríguez nunca le soltaría la mano a uno de sus principales socios. Sí coinciden que, en todo caso, el dirigente de pelo caoba debería emprolijar sus asuntos para afuera y para adentro.
Mientras tanto, como ya informó INFOCIELO, Quintana trabaja constantemente para tender algún puente con Axel Kicillof o con su entorno. Pero ya le habrían hecho saber que, por ahora, el candidato a Gobernador del Frente de Todos no quiere “quemarse” con un acercamiento o una foto.
A nadie de la política se le escapa que Quintana no ha corrido peor suerte por su obsecuencia desmedida con el macrismo, a quien le ofreció gobernabilidad a cambio de nada. O de nada confesable, al menos. “Quintana tuvo el sí fácil con Vidal”, comentó a este portal alguien que conoce bien el paño de las paritarias.
En paralelo, siguen llegando a la privada de Quintana cartas con avisos de juicios laborales de exempleados, que han sido echados después de varios años de trabajo en la entidad. El caso más delicado es, por estas horas, de una mujer del Partido de La Costa, quien fue despedida tras quince años haber estado encargada de una delegación. La empleada se enteró de la decisión de UPCN porque un día intentó abrir el lugar y no pudo porque le habían cambiado la cerradura.
El caso, que terminó con un cuadro psiquiátrico, está totalmente documentado y acompañado por audios y mensajes de WhatsApp. Hay que recordar, además, que un cesanteado tiene ganas de escribir “el libro negro de UPCN” con la sus vivencias cercas de Quintana.
No menor fue el impacto que causó la carta documento que mandó el histórico Hugo Ontiveros, quien busca un resarcimiento tras haber quedado afuera víctima de una intriga palaciega. Este reclamo estaría siendo seguido de cerca por otros pesos pesados para, eventualmente, mandar la suya.
El frente interno sigue complicado. A pesar del pedido de los más cercanos, “la familia” sigue avanzando. La última movida de Quintana puede evaluarse entre audaz y desesperada: creó la “Secretaría de profesionales” y puso al frente a su hijo David, quien no es empleado de la administración pública ni fue elegidos por sus pares, dos condiciones excluyentes para ocupar ese cargo.
Por si eso fuera poco, el nóvel secretario fue ubicado en la oficina del número dos de la Secretaría Gremial, Jesús Nieves, hijo de Héctor, el secretario de Finanzas que está siendo rodeado y monitoreado por quintanismo. Atrás quedaron los tiempos donde los Nieves eran gente de confianza de Quintana.
“Me pusieron al pibe de tapón como le hicieron a mi viejo”, se queja Jesús en su entorno. Hay que recordar que hay una “tesorería paralela” que aumenta la presión sobre su padre Héctor, una de las personas que más conoce las cuentas y las prácticas de UPCN-PBA.
En paralelo, internamente, se tejen alianzas de cara a una eventual sucesión si Quintana finalmente cae, como muchos piensan. Los reacomodamientos enfrentan a Nieves y a los secretarios Gremial, Diego Rétola; y la Adjunta, Fabiola Mosquera; contra el de Interior, Hernán Rossi.
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