Mientras el mundo despide al Papa Francisco, fallecido hoy en Roma, las luces se encienden sobre un pasado incómodo para Javier Milei. Un pasado en el que el ahora presidente no dudó en calificar al líder espiritual como “el representante del maligno en la Tierra“, frases que hoy, frente al dolor global, intentará que queden enterradas en el olvido.
Cuando Milei llamó “imbécil” al Papa y lo acusó de comunista
Antes de llegar a la Casa Rosada, el discurso de Milei contra Francisco era furibundo. En una entrevista con Viviana Canosa, el entonces agitador libertario arremetió sin filtros: “Este país tiene tantos años de justicia social… ¿qué es la justicia social? Es la envidia, el odio, el resentimiento”. Y luego, con desprecio: “Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos”.
Canosa, incrédula, intentó moderarlo: “No puedo dejar de preguntarte si no es mucho lo del Papa…“. Pero Milei, envalentonado, insistió: “No. El Papa… sí, lo voy a decir de frente: es el representante del maligno en la Tierra. ¿Vos sabías que el Papa impulsa el comunismo?“.
El recorte televisivo, viralizado en su momento, tensó las relaciones entre quien sería luego presidente y el Vaticano. Sin embargo, una vez en el poder, Milei cambió el tono: viajó al Vaticano, posó sonriente junto a Francisco y selló una reconciliación pública.
Hoy, tras la muerte del Pontífice, ese gesto parece más cálculo político que auténtico arrepentimiento.
El legado de Francisco vs. la mirada de Milei
Mientras el Papa Francisco dedicó su vida a denunciar las desigualdades —“Si no hay justicia social, la lógica del descarte humano generará violencia”—, Milei redujo su mensaje a “envidia comunista”.
El Pontífice advirtió sobre “los más ricos que se oponen a la justicia social por avaricia“, una crítica que golpeó como un eco incómodo frente a las políticas del actual gobierno.
Hoy, mientras líderes mundiales honran la memoria de Francisco, Milei seguramente preferiría que nadie recordara sus diatribas.
Pero el archivo sigue ahí, testimonio de una contradicción que el tiempo no borra: el mismo hombre que hoy lamentó protocolarmente su muerte, ayer lo llamó “maligno”. La historia, como la justicia social, tiene memoria. La hipocresía diplomática también.
“El Diablo entra por los bolsillos”, decía la abuela del Papa. Algo que, quizás, Milei no olvidó… pero sí reinterpretó a su conveniencia.