Los pilares políticos que sostienen al principal espacio opositor del país están sometidos a desequilibrios derivados de empellones provocados por ellos mismos. Hablamos de la conducción del peronismo bonarense, convertido hoy en el único armado con posibilidades de hacer frente a la ola libertaria que desembarcó en el país.
Es, por ahora una estructura amorfa. No tiene conducción clara. Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner mantienen una subterránea (en algunos casos visible) disputa por controlar un aparato partidario que maneja el gobierno provincial, 70 municipios y la conducción de los resortes legislativos en el parlamento bonaerense.
Desde que el Peronismo volvió al llano, después del 10 de diciembre, se observan escaramuzas y zancadillas entre los sectores de La Cámpora, la mínima sustentación del gobernador –traducida en los cargos y funciones de la administración- y el massismo, con raigambre en una veintena de intendencias y soporte en la Legislatura.
La relación entre los tres dirigentes que representan el principal espacio opositor a gobierno libertario está resentida. Cruzada de desconfianza, recelo y algunas actitudes que se consideran traiciones. Es, como ya dijimos, una rosca que no le importa a nadie, pero que empieza a importar.
Peronismo sin unión
Es que asoman definiciones que requieren unidad y aunque la denominación del frente es “Union por la Patria”, ese concepto es justamente lo que menos abunda. Kicillof se prepara para afrontar los embates por los fondos que debería recibir de Nación. La quita del Fondo de fortalecimeinto Fiscal, del FONID y otros aportes para Salud dejan al gobernador al borde de la anemia financiera.
No tiene a toda la tropa alineada para esta batalla. Massa mostró hace poco que no dejará que lo empujen en decisiones de calle 6. Avaló el retiro de sus legisladores en la primera sesión de la legislatura, en reclamo de “soluciones” a temas clave del funcionamiento de los municipios que gestiona la gente del FR: seguridad, educación, IOMA.
Kicillof estaría desertando en las respuestas a esos reclamos. Y faltan gestos políticos de ayuda ante esos y otros reclamos de las comunas.
Rebelión legislativa, ¿contra quién?
Además, ya empiezan a escucharse los primeros conatos de rebelión en Diputados donde el presidente del cuerpo, Alejandro Dichiara, con el aval de Maximo, estaría preparando un ardid para no ceder ese lugar a un diputado massista a fin de año, como se habría acordado. Martín Insaurralde sólo abandonó los cargos formales después de los escándalos de “Chocolate” Rigau y el viaje a Marbella. Mantiene intacta la injerencia en el edificio frente a la plaza San Martín de La Plata.
La conducción del PJ Bonaerense tolera la presión de una olla a punto de estallar. El hijo de Cristina sabe que la permanencia en el peldaño más alto de esa estructura requiere algo más que un apellido para garantizar la permanencia. Por ahora no aparece otro baluarte para exhibir.
El lider de La Cámpora cree que los “11 municipios” que ganó en las elecciones de 2023 resultan suficientes para mostrar desarrollo territorial. No estaría alcanzando. Carece de avales entre los jefes del conurbano; no consigue cohesión entre los principales referentes y su imagen ante la opinión pública está cada vez más deteriorada. “Sabe que casi no puede salir solo a la calle por temor a los escraches que después se hacen virales”, es uno de los temores que lo atormentan.