El domingo de elecciones porteñas dejó mucho más que cifras frías y porcentajes de votación. En la pantalla de A24, el ex jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, protagonizó uno de los momentos más insólitos y comentados de la noche electoral.
En un movil del programa de Fabián Doman, Larreta, con una euforia inusitada, celebró los ocho puntos obtenidos por su lista en las elecciones legislativas de la Ciudad, los cuales lo catapultaron nuevamente a un cargo público como legislador porteño.
Pero lo que más dio que hablar no fue su retorno, sino el modo en que lo festejó: con un cantito de tribuna dedicado a Jorge Macri, su sucesor en el Gobierno de la Ciudad.
“¡Le dimos la calesita, y el boludo la chocó!”, cantó Larreta, cercano a sus militantes, mientras Doman no podía contener la risa ante la inesperada escena. Lejos del tono institucional que solía caracterizarlo, el ex alcalde porteño se mostró relajado, descontracturado y con sed de revancha, porque esos ocho puntos tienen un trasfondo político que va mucho más allá de un número modesto.
LA CALESITA ES CABA
La referencia a la “calesita” fue clara: Larreta hablaba de la Ciudad de Buenos Aires, el bastión histórico del PRO, que él condujo durante ocho años luego de la gestión de Mauricio Macri.
“La chocó” fue el dardo directo a Jorge Macri, quien tomó el mando en 2023 tras una elección reñida, y que ahora —a solo año y medio de haber asumido— logró apenas el 15% de los votos en estas legislativas. Ese magro desempeño dejó al partido amarillo lejos del segundo lugar ocupado por Leandro Santoro, y aún más lejos de cualquier perspectiva de futuro competitivo.
Lo curioso es que ese 8% que obtuvo Larreta con su nueva fuerza, disidente del PRO pero aún sin nombre propio recordable, le quitó votos vitales a Silvia Lospennato, la candidata oficialista del macrismo. De haber sumado esos puntos, Lospennato habría alcanzado un 23 o 24%, lo que la hubiera posicionado, aunque sin ganarle, en un lugar más digno frente a Santoro. Pero no fue así: Larreta jugó por fuera, se desmarcó, y pegó donde más dolía.
LA DESAFILIACIÓN DE LARRETA ¿PARA CUANDO?
Aunque todavía formalmente no se desafilió del PRO, el gesto, la canción, el término boludo al primo de su ex jefe político, y la sonrisa cómplice en el estudio de Doman sellaron una ruptura de hecho.
Larreta ya no es parte del engranaje amarillo. Está forjando su renacimiento político desde una banca legislativa, como si dijera “acá estoy, no me fui, y puedo volver a construir”. Lo hace con estilo propio, alejado del hermetismo del larretismo tradicional, y con una dosis de picardía que lo muestra dispuesto a embarrarse, a gritar desde la tribuna, a jugar fuerte.
La escena en televisión fue tan impactante como simbólica: el hombre que alguna vez aspiró a la presidencia, ahora cantando contra su ex espacio político, festejando con un 8% como si hubiera ganado una final. Un regreso que, si bien modesto en votos, puede marcar el principio de una nueva etapa. Porque la calesita, parece que chocada y con olor a pis, todavía gira. Por lo visto Larreta quiere volver a subirse.