Una pregunta recorre a cada compañero y compañera como reguero de pólvora a lo largo y ancho del país: ¿Hacia adónde va el peronismo?
La sensación de orfandad es la constante, las fotos de ocasión y algún posteo en redes sociales no alcanzan para reacomodar un movimiento golpeado y dividido. Se ha perdido mucho más que una elección.
Hace algunos años, algunos venimos advirtiendo esta suerte de balcanización social que atraviesa la realidad global.
La sociedad se ha convertido en conjuntos de individuos sin conexión real, cada individuo entiende su realidad como la única posible, entonces ¿qué lugar ocupa la política? ¿a quién le habla la política?
En este contexto adverso, repensar el peronismo y aggiornarlo resulta imprescindible.
Pero ese aggiornamiento no puede ser de cero, el movimiento tiene casi 80 años de historia y bases que señalan el modelo de país al que aspiramos.
En un mundo que cambia aceleradamente, donde pareciera que no habrá lugar para todos, paradójicamente esas bases originarias resultan sorprendentemente actuales.
El poder fáctico internacional apuesta a la deshumanización en todas las áreas, la política no está exenta de ese objetivo, de hecho deshumanizar la política permite la eliminación “natural” del adversario, sin cuestionamientos sociales que impliquen costo alguno.
El diagnóstico es compartido por muchos, escuchamos y leemos diariamente las mismas preocupaciones, ahora bien… ¿quién le pone el cascabel al gato?
El peronismo no está eximido de esa suerte de balcanización social, cada dirigente construye su propio ecosistema y desde allí se mueve, no más que lo necesario para sobrevivir. El “proyecto de Nación” al que hemos adherido durante 80 años pareciera haber desaparecido.
La política se ha resumido a un espectáculo bizarro con actores cada vez más decadentes, con escasa consciencia social, necesaria para cumplir con el mandato del poder real, y en ese lodo absurdo el peronismo no termina de hacer pie.
Un Congreso absolutamente condicionado por alianzas coyunturales que no valen más que la moneda de ocasión, siempre atada al tipo de cambio, claro, bloques sin conducción real, y culpas que se revolean de despacho en despacho. En el medio la cotidianeidad de un pueblo que ya no es pueblo, sino una masa inconsciente de sus derechos se hunde irremediablemente en el fango que contribuyeron a crear.
Argentina se ha convertido en un laboratorio de “autodesintegración” sin resistencia política, no es un hecho que se dio espontánea y abruptamente, se fueron sembrando las condiciones para que acontezca “naturalmente”…
De ahí la pregunta inicial, el peronismo fue la última gran barricada contra el sojuzgamiento, ningún otro espacio político ha representado los intereses del pueblo históricamente como lo ha hecho… Entonces, ¿qué pasó? ¿qué nos pasó?
Caer en la tentación de culpar individuos es de una estupidez superlativa, la concatenación de errores propios y una maquinaria propagandística como nunca se vio han llevado al peronismo contra las cuerdas sin solución de continuidad.
Repetir recetas lleva a los mismos resultados. Estamos frente a la novedad que constituye el peligro de la desaparición del Estado Nación tal como lo conocemos, en ese contexto la inacción, la no conducción, la no iniciativa política, el sectarismo y los intereses personalísimos resultan al menos irresponsables, hay una dirigencia que no puede no estar evaluando la coyuntura y sus consecuencias, lo hacemos los militantes de base, lo hace cualquier ciudadano común con un mínimo de interés por la política.
Entonces… ¿Qué debe hacer la dirigencia peronista? Tal vez sería la pregunta y debiera tener el matiz de exigencia razonable, la Patria está en peligro, una banca, una elección municipal, una interna contra algún gobernador son acciones espurias que contribuyen a seguir bajando la calidad democrática, porque cuando un pueblo denuesta a la política la democracia deja de tener sentido.
Tal vez sea tiempo de pensar en una nueva lógica de acción para reorganizar, conducir realmente y volver a poner en valor colectivamente en esta nueva realidad un peronismo que de respuestas reales y concretas, que vuelva a enamorar a la masa para encontrar el camino a ser el pueblo que supimos ser.

