El Gobierno nacional oficializó la designación de Carolina Píparo como nueva directora del Banco de la Nación Argentina, un cargo clave dentro de la estructura del principal banco estatal del país, ahora dirigido por Darío Wasserman como presidente de la entidad, en reemplazo de Daniel Tillard.
El nombramiento fue formalizado por decreto y establece que su mandato se extenderá hasta el 1° de enero de 2028, completando el período legal previsto en la Carta Orgánica de la entidad.
La decisión se inscribe en una serie de cambios en la conducción del Banco Nación, que incluyeron también la renovación de su cúpula ejecutiva.
Con este nombramiento, Píparo alcanza el cargo más importante de toda su carrera política, y lo hace en un ámbito cargado de simbolismo personal. No es un detalle menor porque su vida pública y su recorrido político están profundamente atravesados por su relación con el sistema financiero y, en particular, con los bancos.
El hecho que lo cambió todo
La figura de Carolina Píparo irrumpió en la escena pública en julio de 2010, cuando fue víctima de una salidera bancaria en La Plata. Embarazada de nueve meses, había retirado dinero de una entidad financiera de Avenida 7 y 42 cuando fue atacada por delincuentes.
Recibió un disparo que casi le cuesta la vida y, días después, murió el hijo que llevaba en el vientre y habían conseguido que fuera dado a luz por una cesárea de emergencia. El caso conmocionó al país y se convirtió en un emblema del debate sobre la inseguridad.
A partir de esa tragedia, Píparo pasó de ser una ciudadana anónima a transformarse en una figura pública asociada al reclamo de justicia y seguridad. Ese capital simbólico fue el punto de partida de su ingreso a la política partidaria, un camino que comenzó en el PRO y que con el tiempo se volvería zigzagueante.
Del PRO al liberalismo, con escalas y rupturas
Su primer desembarco institucional fue dentro del espacio que luego conformaría Cambiemos. Fue diputada provincial bonaerense y ocupó cargos ejecutivos vinculados a políticas de asistencia a víctimas. Sin embargo, su trayectoria estuvo lejos de consolidarse en un solo espacio político.
Uno de los episodios más conflictivos de su carrera ocurrió durante su paso por el Banco Provincia, donde había sido incorporada tras el ataque que sufrió.
Años más tarde, ya como legisladora, apoyó iniciativas que impactaban directamente en el régimen previsional de los trabajadores del banco. La reacción fue contundente: empleados de la entidad la declararon “persona no grata”, un hecho que marcó un quiebre con sectores que inicialmente la habían acompañado.
Un episodio que volvió a exponerla
A ese recorrido marcado por tragedias personales y controversias políticas se sumó un episodio que volvió a colocar a Carolina Píparo en el centro de la escena pública.
Fue el 31 de diciembre de 2020, en la ciudad de La Plata. Allí se vio involucrada en un grave conflicto de tránsito cuando su entonces pareja, Juan Ignacio Buzali, embistió con su vehículo a dos motociclistas tras una discusión en la vía pública.
El hecho ocurrió durante la madrugada de Año Nuevo y derivó en la detención de Buzali, mientras Píparo quedó envuelta en una fuerte polémica política y mediática por su rol durante el episodio.
El caso tuvo un alto impacto público y puso en otra vez en paralelo los límites entre su vida privada y su condición de dirigente con responsabilidades institucionales.
Espert, los libertarios y las idas y vueltas
En 2021, Píparo rompió con Juntos por el Cambio y se sumó a Avanza Libertad, el espacio liderado por José Luis Espert, con quien fue electa diputada nacional.
Esa alianza tampoco fue duradera. Las tensiones internas y las diferencias estratégicas derivaron en una nueva ruptura, esta vez con la conformación de un monobloque propio.
Su acercamiento posterior a Javier Milei y La Libertad Avanza terminó de redefinir su posicionamiento político. Fue candidata a gobernadora bonaerense y, aunque no logró imponerse, consolidó su vínculo con el oficialismo libertario que hoy gobierna el país.
Una paradoja con forma de banco
La designación de Carolina Píparo como directora del Banco Nación encierra una paradoja difícil de ignorar. La dirigente cuya carrera política nació a partir de una salidera bancaria, que fue resistida por trabajadores de una entidad financiera estatal y que transitó múltiples espacios ideológicos, termina ocupando un cargo directivo en el banco más importante del país.
Su historia personal y política parece arribar ahora con una imagen cargada de paradojas, porque después de años de idas y vueltas, su vida pública vuelve a estar, una vez más, ligada a un banco. Y no a cualquiera.

