El Grupo Clarín determinó la historia argentina de las últimas décadas, moldeando la percepción de los gobiernos a través de una estrategia mediática que varió en intensidad según el momento político.
Dos hechos ilustran este modus operandi: la llamada “crisis del campo” en 2008, que marcó un punto de inflexión en la relación del grupo con el gobierno de Cristina Kirchner, y el actual escándalo de criptomonedas que involucra al presidente Javier Milei, donde el multimedio cambió su postura inicial de benevolencia por una actitud marcadamente crítica.
En 2008, apenas tres meses después de la asunción de Cristina Kirchner, el Grupo Clarín encontró en la protesta agraria contra la Resolución 125 un punto de fractura con el oficialismo. La medida estableció un esquema de retenciones móviles a las exportaciones de soja y otros productos del agro, lo que desató una crisis política y económica que se extendió durante meses.
Detrás del conflicto, sin embargo, subyacía una disputa más profunda: los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner decidieron no habilitar el entonces llamado “Triple Play” para Clarín, impidiéndole el acceso al negocio de la telefonía, cable e internet al mismo tiempo, que en aquella época hubiera consolidado su dominio en el mercado de las telecomunicaciones, algo que consiguió luego con creces en el gobierno de Mauricio Macri, sumando Telecom a “su cartera”.
El multimedio respondió a CFK con una cobertura feroz sobre el conflicto rural y desgastó políticamente a la gestión kirchnerista, lo que contribuyó a la derrota oficialista en las elecciones legislativas de 2009.
CAMBIO DE ÉPOCA: DEL CAMPO A LAS CRIPTOMONEDAS
Actualmente, el escándalo de la estafa de criptomonedas en la que se ve envuelto el presidente Javier Milei marcó un punto de inflexión similar en la relación del gobierno con Clarín. Tras un primer año de cobertura relativamente equilibrada, el grupo mediático evitó cuestionamientos contundentes, pero ahora erosiona la imagen presidencial con informaciones constantes sobre el caso, publicadas en sus portadas y replicadas en sus medios audiovisuales.
La estrategia parece seguir el mismo patrón que en 2008: una primera etapa de tolerancia, seguida de una crítica creciente que, si no es contrarrestada con concesiones, deriva en un ataque frontal que puede debilitar gravemente al gobierno de turno.
El esquema que aplica Clarín se repitió con distintos gobiernos, independientemente de su signo político. Si el oficialismo en cuestión adoptó una línea ‘nacional y popular’, el multimedio aceleró los tiempos de confrontación, como sucedió con Cristina Kirchner. Si el gobierno resultó más afín a sus intereses, como el de Mauricio Macri, la transición hacia la crítica avanzó de manera paulatina y negociada. Con Milei, que representa una nueva dinámica política, Clarín lo acompañó en su primer año, pero ahora ingresó en la fase de desgaste.
CLARÍN ES AÚN EL PODER REAL
El multimedio desempeñó un papel central en la política argentina y superó el rol de un medio de comunicación tradicional. Su capacidad de construir o destruir imágenes políticas lo convirtió en un actor clave del poder, al punto de que algunos lo consideran el verdadero poder de la Argentina desde los años 90.
Su influencia sobre la opinión pública y su habilidad para moldear la agenda política resultaron determinantes en la estabilidad o la caída de gobiernos. Hoy, como en 2008, la historia parece repetirse: cuando el multimedio decide soltar la mano, el final del ciclo político puede estar más cerca de lo que parece