En Argentina los poderosos, los millonarios, nunca pierden, ni cuando son responsables de un femicidio. Entre ellos se cuidan y hasta cuando las pruebas son concluyentes se suben a mentiras, que cuanto más grandes son más cree la sociedad y todos contentos.
Jorge Neuss asesinó a su mujer, Silvia Saravia. Y luego se suicidó. ¿Cuál fue la primera reacción de la “alta sociedad”? Despedir a ambos por igual. Así quedó claro en os avisos fúnebres del diario de los amigos de la familia Neuss, La Nación de los Mitre, otra familia tradicional argentina con escándalos que tratan de esconder bajo la alfombra hasta que aparece “una loca”, como llaman a Dolores Mitre, y salta todo.
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Por eso resulta extraño que muchos se hayan sorprendido que el presidente el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), Daniel Funes de Rioja, y su comisión directiva, despidieran con dolor a Jorge Neuss y su mujer. No hubo femicidio para ellos.
A Jorge Neuss lo despidieron todos los que están vinculados con la energía, algunos con una mueca extraña en su boca, y a su mujer las amigas y un mensaje suelto del empresario Martín Cabrales, de los pocos que se dejó de lado a Don Jorge.
Pero el asesinato que cometió Neuss es el colorario de una serie de sucesos que está alejados de lo pasional, lo sentimental o lo relacionado con los celos.
En esa clase social los problemas son económicos, no hay otra clase de problemas o eso creen ellos, la omnipotencia puede más en ese círculo. Pueden discutir si tal o cual orgía organizada con famosas modelos fue cara o barata o se pueden enterar que sus mujeres pasan tardes con sus amantes a escondidas, como pasa en todos lados, pero no se ve, no sale en la tapa de los diarios ni en los programas de chimentos, por lo tanto, para ellos no existe.
Los problemas de esta gente pasa por los negocios. Y los problemas del matrimonio Neuss no pasaban por los celos, por descubrir amantes o enterarse de orgías multitudinarias.
Por esas horas las amigas de Silva Saravia se interrogaron: “Ahora nos preguntamos si la hubiéramos podido ayudar”. Claro, para luego aclarar que Silvia se guardaba todo lo malo y siempre comentaba lo bueno.
Eso contrasta con los primeros datos de la averiguación del femicidio, donde se habla de maltrato de parte de Jorge Neuss para con su mujer Silvia. Sin embargo hay otra historia, que conocen los protagonistas pero que por ahora esconden. Detrás de todo estaba el dinero. Detrás de todo estaba el poder. Y detrás de todo, había funcionarios del gobierno que encabezó Mauricio Macri.
En los últimos tiempos, según cuentan, se lo veía preocupado a Jorge Neuss. La Justicia lo acechaba, los contactos con el poder real no le alcanzaban con lo que él denominaba intento de venganza kirchnerista. Y sus “enemigos” –la justicia- tenían muchas pruebas como para olvidar esas tardes en el campo brindando con Don Perignon con su amigo Guillermo Dietrich, quien elevó sus tentáculos al resto de la familia Neuss.
“Esto te pasa por hacer negocios con Guillo”, cuentan que le gritó Silvia Saravia, quien siempre estuvo al tanto de los negocios de quien se convirtió en su asesino, en el medio de una fiesta cuando le llegó el mensaje de algún amigo oculto de Comodoro Py.
“Vos cállate y no abras más la boca”, dicen que le respondió, a los gritos y visiblemente molesto, el empresario a la mujer a la que días más tarde asesinaría.
Investigaciones llevadas adelante por varios medios, como El Cohete a la Luna o Página 12 marcan que cuando Dietrich ingresó a la función pública como subsecretario de transporte del gobierno de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, la relación con Neuss floreció, apalancada por licitaciones clave que el GCBA otorgó al empresario.
Muchas licitaciones ganó Neuss, vinculadas con la energía y otras también. Es que Don Jorge, como se hacía llamar, era un polirubro.
Neuss sabía que con la pérdida del poder de Macri se le podía venir la noche, porque con ya Néstor Kirchner en el poder, allá por el año 2004, algunos de sus negocios con Estado, que venían de la década menemista, comenzaron a terminar.
Sin embargo, con Dietrich en CABA, Neuss ganó diversas obras de infraestructura vial y fue por más: el millonario proyecto de techado del Parque Roca. A tres años de la adjudicación, aún hoy el trabajo no se hizo, en lo que fue un fracaso que generó acusaciones de la oposición, pedidos de informes de la Auditoría del GCBA y el desdén de todos los especialistas en urbanismo por la elección de Neuss para semejante obra.
Luego de ese fracaso, “Guillo” Ditetrich –será Dietrich el Guillo al que se refería Slvia Saravia cuando le gritaba- le dio otro negocio a Neuss y le otorgó a otra de sus empresas (TH Services) la explotación de la reciente y redituable Verificación Técnica Vehicular porteña (VTV).
La terminal de Retiro, otras obras relacionadas con la energía fueron otros de los tantos fracasos de la dupla Neuss-Dietrich, aunque con un solo perdedor desde lo económico: el Estado, es decir, cada uno de los argentinos.
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