Franco Colapinto habló sin cassette y dejó definiciones fuertes durante su visita a la sede de Renault. El argentino hizo un balance del último año en la Fórmula 1 y no esquivó la autocrítica: fue una temporada compleja, con un auto que nunca terminó de responder y que condicionó los resultados dentro de la pista.
“El año fue duro”, admitió Colapinto, en referencia a un monoplaza que sufrió problemas de rendimiento y fiabilidad. La falta de competitividad obligó a correr muchas veces a la defensiva, lejos de las expectativas que se habían generado al inicio del campeonato y con pocas chances reales de pelear posiciones importantes.

Sin embargo, el pilarense también dejó un mensaje de esperanza. Pensando en 2026, Colapinto se mostró entusiasmado con el cambio de reglamento técnico y, especialmente, con la decisión de Alpine de utilizar motores Mercedes, un salto clave que podría marcar un antes y un después para la escudería francesa.
Otro punto que destacó fue su participación en el desarrollo del próximo auto desde una etapa más temprana, algo que considera fundamental para su crecimiento y para adaptar el monoplaza a su estilo de manejo. “Eso cambia mucho”, deslizó, dejando en claro que la preparación será distinta a la de este año.
Así, entre autocrítica y expectativas renovadas, Colapinto empieza a mirar hacia adelante. El presente dejó aprendizajes y golpes, pero el horizonte 2026 aparece como una oportunidad concreta para dar un salto y volver a ilusionar al automovilismo argentino en la máxima categoría.

