Tiene el ex recaudador un condimento que lo hace más atractivo para las huestes brueristas: abandonó la administración provincial –a la que le apunta por estas horas el equipo de Pablo– envuelto en una fuerte polémica por criticar duro, y en público, al ex presidente Néstor Kirchner y a su forma de conducir el partido.
O sea, todo por cuanto patalea por estas horas el intendente de La Plata, solo que el cordobés –justo es reconocerlo- lo escupió desde un cargo de gestión que lo encontraba cómodo y sin la soga en el cuello, por recursos para la gestión. “Convicción pura”, se jactan en el entorno del fana de Belgrano. La aclaración no es menor. La principal debilidad de la estrategia separatista de Bruera descanza en una cuestión de confianza. Para muchos, en La Plata mueve las pulsiones divisionistas, antes bien una actitud de supervivencia oportunista que de real convicción política. Después de todo, dicen, Kirchner siempre fue igual.
Los nuevo carteles que emulan el original “Bruera-Massa” y, más luego, el que vinculaba al alcalde platense con su par de Villegas, Gilberto Alegre, aparecieron, esta vez, en las inmediaciones de la archi-visitada Expo-Agro, en el interior provincial.
En calle 12, cuentan todavía en el debe, como un fracaso de su pretendida expansión dentro del partido, la ausencia de Santiago Montoya en el Lanzamiento de Ferro. Aquella vez, sí estuvo presente el ex Jefe de Gabinete de la Nación, Alberto Fernández, pero lo hizo –se supo- deliberadamente encubierto: apareció fugaz sólo “a saludar”, evitando fotos en el atril junto a Pablo Bruera. Dicen que como Montoya, el ex funcionario nacional teme quedar preso de la interna platense en la que ven, ciertamente, mal parado al alcalde local; pese a la sintonía que los unifica en algunos cuestionamientos al poder central.