El periodista y escritor Mariano Hamilton acaba de publicar Mi primer libro peronista, una obra infantil que, según cuenta, nació como reacción al triunfo de Javier Milei. “Quedamos absortos y estupefactos con lo que había ocurrido”, admite. La idea del libro surgió junto a su compañera Cecilia Di Gennaro como una forma de transformar la frustración en algo constructivo: un texto que funciona tanto para chicos como para adultos que buscan entender el peronismo desde su origen.
Entrevistado al aire de Qué pasó, por LA CIELO, Hamilton aclara que no se trata de nostalgia ni de catecismo partidario: el libro intenta explicar, de manera sencilla, los valores clásicos del movimiento —solidaridad, justicia social, movilidad ascendente— sin desconocer los cambios culturales y sociales que hoy atraviesan a sus posibles lectores.
Hamilton sostiene que el movimiento atraviesa una crisis de contundencia. No por desgaste ideológico, sino por falta de definición. “Al peronismo le falta audacia”, dice, y señala que la idea de la unidad “a cualquier precio” terminó licuando identidades, matices y claridad discursiva. La solemnidad, advierte, tampoco ayuda: “No era de Perón, ni de Néstor, ni de Cristina”.
Para él, el problema central es que muchos dirigentes “se alejaron de los intereses de la sociedad”. Y eso abre una puerta que Milei supo aprovechar: una conexión directa con sectores que sienten que hacen su propio camino por fuera del Estado. Hamilton relata la conversación con un mozo de 22 años que compró un auto y un departamento gracias al bitcoin. “Somos unos pelotudos. Le hablás del esfuerzo y él te dice que lo logró en ocho minutos”, resume.
Esa desconexión, sostiene, explica en parte por qué Milei comunica mejor. “Lo que propone me parece repugnante, pero conecta. Los boludos somos nosotros que no lo entendemos, no él que sí lo entiende”.
“El peronismo pide a gritos una interna”
Hamilton no esquiva el debate por el liderazgo. Sostiene que el movimiento “ya tuvo” una interna previa, la que enfrentó a Massa y Grabois, pero cree que esa lógica debe institucionalizarse. “El peronismo pide a gritos una interna”, afirma. Y agrega que el problema no es la falta de figuras, sino la tendencia a “dinamitar” al dirigente que asoma con chances.
En ese punto plantea una crítica directa a Cristina Fernández de Kirchner: reconoce su liderazgo histórico, pero considera equivocada su estrategia de tensión permanente sobre otras figuras del espacio. Incluso sostiene que todo dirigente que aspire a conducir debería decir explícitamente que amnistiaría a Cristina, si realmente cree en su inocencia.
Sobre un eventual enfrentamiento entre Cristina o La Cámpora y Axel Kicillof, ofrece una lectura concreta: si Cristina encabeza, la interna se empareja; si quien lidera la lista es Máximo Kirchner, “claramente gana Axel”.
Recuperar conceptos, no repetir consignas
Hamilton insiste en que no se trata de volver al 45 ni de repetir consignas históricas, sino de reinterpretar la esencia: movilidad social, derechos laborales y un Estado que acompañe a quienes están más desprotegidos. “No podés ganar una elección hablando de lo mismo que Perón”, señala. Pero sí se puede ganar si se recupera “la filosofía del peronismo” y se adapta a un escenario donde predominan el trabajo informal, la precariedad y nuevas formas de aspiración individual.
Para él, esa es la única forma de reconstruir mística. Y la comunicación, aunque importante, no es determinante por sí sola: las acciones de gobierno son las que terminan ordenando el sentido común. Cita el caso de Axel Kicillof: “Puede tener un déficit comunicacional, pero gana porque gobierna bien”.

