Un 28 de febrero pero de 1897, 127 años atrás, el sable corvo del General Don José de San Martín regresaba a nuestro país a bordo del vapor inglés “Danube”, procedente de Southampton, que fondeó en la rada de la ciudad de La Plata. Y mañana, a partir de las 18 horas se llevará a cabo en el muelle del Sitio 9 del Puerto La Plata (Gilberto Gaggino y Ortiz de Rosas) una ceremonia de recreación del desembarco de la emblemática arma del prócer.
Con entrada libre y gratuita, este miércoles se realizará una especial ceremonia y recreación del desembarco del sable de San Martín. Es por eso que, desde el Puerto La Plata informaron que “los y las invitamos a conocer la historia de este símbolo tan importante para nuestra soberanía, que San Martín legó a Juan Manuel de Rosas”.
Historia del sable corvo del General San Martín
Fue el arma que acompañó al Libertador de América en todas las batallas por la independencia. Lo compró en Londres en 1811 y se destaca por su sencillez, no posee piezas de oros, arabescos ni otros materiales costosos populares para la época. Por pedido de él, tras su muerte, fue legado a Juan Manuel de Rosas.
Tras el retiro de San Martín en Europa -posterior a la entrevista de Guayaquil- el arma quedó en la ciudad de Mendoza en manos de una familia amiga, hasta que en una carta posterior escrita a su yerno Mariano Balcarce y a Merceditas, el patriota pidió que se la envíen a Europa, quedando en sus manos hasta su muerte, ocurrida el 17 de agosto de 1850.
Sin embargo, el 23 de enero de 1844, en París, el General ya había escrito en la cláusula tercera de su testamento que su sable sería legado al brigadier general Juan Manuel de Rosas.
“El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de Independencia de la América del Sud, le será entregado al General la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla”.
Mariano Balcarce, yerno de San Martín, que se desempeñaba en la Legación Argentina en París, comunicó con nota de fecha 29 de septiembre de 1850 a Rosas, la voluntad testamentaria del Libertador.
El sable quedó entonces en manos de Rosas, quien en su exilio lo conservaba como una reliquia dentro de un cofre, exhibiéndolo sólo a visitas especiales a la chacra de Southampton (Inglaterra), en la que por entonces residía.
Rosas falleció el 14 de mayo de 1877 y conforme a una expresa decisión testamentaria, el sable pasó a poder de su yerno, Máximo Terrero.
A mediados de 1896, el Dr. Adolfo P. Carranza, director del Museo Histórico Nacional, inició gestiones para que el sable retornara a la patria. Su gestión documentada comienza con una carta dirigida a la Sra. Doña Manuela Rosas de Terrero, donde expone los altos propósitos que lo alientan y expresa su solicitud de retorno del sable que tendría por destino depositario la institución que él dirigía.
Finalmente, el sable arribó a la Argentina el 28 de febrero de 1897 en el vapor Danube, proveniente de Southampton, y fue trasbordado a la corbeta La Argentina para llegar así a su destino final, la ciudad de Buenos Aires. Allí, el 4 de marzo del mismo año fue recibido en la Casa Rosada por el Presidente de la Nación, José Evaristo Uriburu, de manos del señor Juan Manuel Ortiz De Rosas, en calidad de representante de la familia Rosas Terrero.