En la esquina de 160 y 50, en el corazón del barrio El Retiro de Lisandro Olmos, el aire huele a guiso y a esfuerzo. Desde hace más de dos décadas, el comedor Mujeres Adelante abre sus puertas cada mañana antes del amanecer para preparar la comida de más de 800 personas. Allí, entre ollas de cien litros y paredes ennegrecidas por el humo, Rosario coordina el trabajo de un grupo de mujeres que, sin cobrar un peso, sostienen un refugio de comida y dignidad.
“Nosotras cocinamos con alegría, pero el humo ya nos está enfermando”, cuenta la referente en diálogo con LA CIELO. Lo dice con la voz ronca, casi resignada, pero sin perder la firmeza de quien no está dispuesta a bajar los brazos.
El comedor nació en 1999, en plena recesión. Rosario recuerda que al principio daban de comer a apenas 60 chicos, en un salón pequeño, con mesas que ellas mismas habían conseguido. “Venían y comían acá. Pero después del 2001 ya eran 180, y nunca bajó. Siempre fue para arriba”, dice Rosario.
Durante la pandemia, la tarea se multiplicó. “Cuando empezó el COVID seguimos cocinando, pero tuvimos que entregar viandas. A las familias contagiadas les llevábamos la comida hasta la puerta. Así fue que varias de nosotras nos contagiamos. Pero no podíamos dejar a nadie sin comer”, recuerda.
Desde entonces, todo se hace “a pulmón”: 140 vasijas por familia, al mediodía, (lo que equivale a 830 raciones); y otras 60 por la tarde con meriendas que alcanzan a más de 400 personas. “No tenemos platos ni mesas para que coman acá. Todo se entrega en taper o en lo que la gente traiga. A veces cortamos bidones de aceite para que puedan llevarse la comida”, explica.
Una cocina que se volvió peligrosa
El problema más urgente llegó hace dos meses: se rompieron los extractores de aire de la cocina industrial. “Parece que estamos en la Siberia del humo”, dice Rosario. “Me duele la cabeza todos los días. Dos compañeras ya no vienen porque no aguantan. El techo está negro, las paredes también. Cocinamos igual, porque la gente espera, pero es peligroso”.
El comedor tiene un anafe de seis mecheros y un horno de dos metros de ancho, donde preparan pizzas, milanesas y guisos. “Antes cocinábamos en una cocina común, pero la demanda fue creciendo”, describe. “Hay mucha gente que dice que los comedores tienen que cerrar, pero no saben lo difícil que es cuando una familia se queda sin trabajo“,subraya Rosario.
Las imágenes del lugar lo confirman: paredes manchadas de hollín, humedad, pintura levantada, puertas rotas. “Estructuralmente el lugar está deteriorado. Se hizo todo con lo que teníamos, de a poco. Nunca nos sobró nada, pero siempre salimos adelante”, asegura.
“Acá no hay política, hay necesidad”
Rosario insiste en que el comedor es una asociación civil independiente, sin banderías ni religiones. “Acá viene cualquiera. No importa si te gusta o no te gusta la política, si sos creyente o no. Si necesitás comer, venís y te damos el plato. Es así de simple”, afirma.
Ninguna de las cocineras cobra un sueldo. “Somos todas voluntarias. Hacemos feria, rifas, lo que sea. Pero los extractores están carísimos y no los puedo comprar. Por eso pido ayuda: no quiero plata, quiero que nos donen los dos extractores de aire. Si alguien los tiene, que los traiga. Todo lo que hacemos es transparente.”
El barrio del cartón y la esperanza
El Retiro es un barrio de calles de tierra, donde los carros de los recicladores pasan todos los días al costado del comedor. “Mi barrio es de gente muy pobre, muy humilde. Vivimos entre los cartones. La mayoría se gana la vida reciclando. Pero con lo que ganan no alcanza para comprar comida. Imaginate: el kilo de carne picada está a más de doce mil pesos”, dice Rosario.
En medio de esa realidad, el comedor se volvió un punto de encuentro. “La gente viene con respeto. Algunos traen pan, otros ayudan a limpiar. Y los chicos… los chicos llegan con el taper y una sonrisa. Por eso seguimos.”
“Es fácil decir que los comedores no deberían existir. Pero cuando te llega un nene con hambre, no podés decirle que no. El niño no entiende de política, tiene hambre.”
Un llamado a la solidaridad
El comedor Mujeres Adelante necesita colaboración urgente para reparar su cocina y seguir alimentando a cientos de familias.
Rosario enumeró lo más urgente:
- Dos extractores de aire de pared, para reemplazar los rotos.
- Vigas y materiales para reparar la humedad y las goteras del techo.
- Pintura sintética para las paredes de la cocina.
- Utensilios básicos: platos, tazas, ollas pequeñas.
- Manos solidarias para tareas de limpieza y mantenimiento.
Contacto:
- Télefono/whatssap: 221 593-3007 (Rosario)
- Dirección: Calle 160 esquina 50, barrio El Retiro, Lisandro Olmos
- Tik tok: @rosario.rocha45
- Facebook: Rosario Rocha
- Instagram: rosariorocha66
“Las puertas están abiertas. Que la gente venga, vea y conozca”.
“Acá no se pide nada raro: se pide una mano para poder seguir cocinando”, cierra Rosario, entre el humo de la cocina y el perfume del guiso que, como cada día, volverá a llenar las ollas y las casas del barrio.