La noche en Palermo se quebró en un segundo. Eran apenas pasadas las 20 cuando un estruendo cortó el ritmo habitual del barrio y obligó a todos a mirar hacia arriba: un helicóptero turístico acababa de desplomarse sobre una cancha de tenis ubicada en Jerónimo Salguero al 3400. Lo que siguió fue una mezcla de corridas, gritos y sirenas que no tardaron en invadir la zona.
La aeronave —perteneciente a la empresa Hangar Uno, dedicada a los vuelos panorámicos por Buenos Aires— cayó en picada y terminó reducida a un amasijo de restos esparcidos sobre el predio. Milagrosamente, las tres personas que viajaban a bordo sobrevivieron al impacto. Dos hombres, de 24 y 45 años, y una mujer de 32 lograron salir por sus propios medios antes de que los rescatistas llegaran. Estaban conscientes, aturdidos, cubiertos de polvo y con heridas visibles, pero vivos. Todos fueron trasladados al Hospital Fernández para ser atendidos.

En cuestión de minutos, el lugar se transformó en un enorme operativo de emergencia. Unos 12 móviles policiales, de bomberos y del SAME rodearon el complejo deportivo, mientras se aislaba toda la zona para evitar riesgos y permitir el trabajo de los especialistas. Las luces azules y rojas se mezclaban con el murmullo de los vecinos que, desde balcones y veredas, intentaban entender qué había pasado.

Las primeras hipótesis apuntan a una falla mecánica que habría obligado al piloto a ensayar un aterrizaje forzoso que terminó en tragedia evitada por muy poco. Pero las causas concretas recién comenzarán a esclarecerse con las pericias técnicas a cargo de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), que ya intervino en la escena.
En una noche que pudo haber terminado en desastre, el milagro tuvo forma de supervivencia. Y en Palermo, por varias horas, el silencio habitual quedó reemplazado por el eco de un susto que todavía retumba.

