Una escena breve, de apenas 79 segundos, alcanzó para desatar una ola de bronca e indignación en redes sociales. El video, filmado en una esquina de Once, muestra a efectivos de la Policía de la Ciudad rodeando a un cafetero ambulante. Lo que podría haber sido un simple operativo de control terminó convertido en símbolo de algo mucho más grande: la sensación de que en CABA “ser pobre parece un delito”.
En el video, subido inicialmente a redes sociales, se ve al cafetero con su carro metálico lleno de termos, bandejas de medialunas y vasos descartables. Viste ropa de trabajo, gorro y campera, y a simple vista no está molestando a nadie. Al contrario: es un laburante más que, en invierno, ofrece café, leche, mate cocido y agua caliente por unas monedas a oficinistas, vendedores de la zona y transeúntes.
El momento que desató la furia
El instante que genera más enojo llega hacia los 30 segundos de la filmación. Un policía toma uno de los termos y, sin mucha ceremonia, lo inclina sobre la boca de tormenta. Se ve claramente cómo vierte el contenido, mientras otros agentes observan y el cafetero se queda parado, sin resistirse ni gritar. No hay forcejeos ni violencia física, pero la imagen es contundente: litros de café, leche, agua caliente y mate cocido terminan en las entrañas de la alcantarilla.
El audio del video capta murmullos de indignación de la gente alrededor. No se escuchan insultos fuertes ni gritos estridentes, pero el tono es de desaprobación. Más allá de lo que dicen las voces, la imagen habla sola: un hombre que no robó nada, que trabajaba dignamente, pierde en segundos su herramienta de subsistencia.
En redes sociales, el texto que acompañó la publicación se volvió viral: “Le tiraron los termos con leche, café, agua caliente y mate cocido a la alcantarilla. Este hombre no robaba, trabajaba dignamente, para que otros laburantes pudieran tomar algo calentito por unas monedas. Parece que ser pobre fuera un delito. VERGÜENZA…”.
¿Ser pobre es delito en CABA?
El reclamo no se limita al gesto puntual de vaciar los termos. Detrás de esa escena, muchos usuarios ven un mensaje más profundo: la persecución a los vendedores ambulantes en una ciudad cada vez más cara, donde la informalidad a veces es la única salida para ganarse el mango.
El cafetero, como tantos otros trabajadores informales, forma parte del paisaje porteño. Para muchos, atacarlo es atacar la subsistencia de quienes no tienen otra opción.
Hasta ahora, no se conoció una versión oficial de la Policía de la Ciudad sobre este procedimiento ni las razones específicas por las que se destruyó el producto. Mientras tanto, la escena sigue girando en redes, generando repudios, posteos solidarios y la misma pregunta que se repite una y otra vez: ¿en qué momento laburar honestamente se volvió motivo de castigo?
En apenas un minuto y pico, el video expuso una postal cruda: el contraste entre el uniforme y la pobreza, entre la autoridad y la necesidad.
Y dejó flotando esa amarga sensación de que, en la Buenos Aires cosmopolita, europeizada y admirada por toda Latinoamérica, ser pobre parece un delito.