Emilia Pachado es una joven nacida en el partido de Almirante Brown que se convertirá en la primera ciclista mujer en subir al volcán Ojos del Salado, el más alto del mundo, junto a su bicicleta “Hulk”. En el Día Internacional de las Montañas, Infocielo charló con Emilia en una entrevista exclusiva.
La historia de Emilia con las montañas comenzó ante un sueño inconcluso: cuando finalizó la escuela secundaria no tuvo un viaje de egresados. Por lo tanto, se propuso que algún día se regalaría un viaje para ella sola y que sería inolvidable.
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Años después, tras recibirse de odontóloga en la Universidad Nacional de La Plata, recordó aquel deseo adolescente y se le cruzó por la cabeza la posibilidad de hacer el Desafío 7 Cumbres, que consiste en subir a las cumbres más altas de cada continente. La más cercana y accesible es era el Aconcagua.
A pesar de ser ciclista y entrenar judo, Emilia no tenía ningún tipo de experiencia como montañista y tampoco contaba con el equipamiento necesario. En principio, quería ascender la montaña haciendo mountain bike, pero esta actividad estaba prohibida hacía más de 30 años.
Pero para ella no existía la posibilidad de hacer esta travesía sin su compañera, Hulk. Por lo tanto, decidió ascender al Aconcagua con la bicicleta a cuestas, gracias a una estructura de hierro que se ajustaba a su espalda realizada por su padre.
Aquella primera experiencia estuvo plagada de complicaciones. Ni bien llegó al Parque Provincial para comenzar su ascenso, la obligaron a quitarle un pedal a Hulk para que no pueda utilizarla en la montaña. A pesar de ello, Emilia siguió con su bici hasta el campamento Confluencia, a unos 3.200 metros sobre el nivel del mar, dónde por decisión de los guardaparques, tuvo que dejar a Hulk. Llena de bronca, la joven continuó para lograr su objetivo.
El 8 de febrero de 2021 le faltaban solo 200 metros para llegar a la cumbre, pero tuvo que quedarse en una zona llamada La Cueva, ya que la azotó una terrible tormenta que no le permitía seguir avanzando. Se sentó y comenzaba a quedarse dormida. De golpe se despertó y tomó conciencia de lo peligroso que era dormirse en ese lugar.
“Recuerdo el silencio que había en ese lugar, sentía que estaba completamente sorda. Lo único que escuchaba era mi corazón y mi respiración. La montaña me decía: ‘Emi bajá y volvé mañana. Hacelo por mamá y por papá, por tus hermanas, por Hulk y por los que creyeron en vos’”, contó Emilia en diálogo con Infocielo.
“Pero hay mucha gente que no hace eso. Una vez que tiran cumbre, sin no lo logran, se van y vuelven el año próximo. Pero yo no podía, después de todo lo que pasé, volverme a mi casa”, explicó.
Volvió, durmió y, a pesar de las críticas de sus colegas montañistas, al día siguiente pudo tener su soñada foto en el pico más alto de América. Tras 16 días de hazaña, se convirtió en la primera mujer en hacer cumbre sola y sin asistencia.
“Creo que soy persona no grata en el Aconcagua después de todo lo que pasó”, bromea. “Pero esa experiencia no me la saca nadie. Fue una locura estar sola ahí”, agregó.
El descenso fue la parte más difícil. En Cuesta Brava sufrió un accidente cuando se le torció uno de sus pies. Continuó caminando, pero volvió a caerse, torciéndose el otro pie. “Lo único que me motivó a seguir fue el hecho de que estaba sola. Mi yo interior salió y se puso al lado mío para decirme: ‘Dale, Emilia. Caminá’”, sostuvo.
Así pasó casi doce horas caminando en medio de una tormenta de nieve que disminuía completamente la visibilidad, con los dos pies lastimados y con escasa comida. “En un momento dejé de sentir el peso de la mochila, el dolor de mi espalda, el frio y dije: ‘Emi, nos morimos’”, recordó.
Cerca de las 9 de la noche, cuando Emilia sentía que era el fin de su vida, el cielo se abrió de esperanza cuando apareció un helicóptero para rescatarla. Inmediatamente, la odontóloga fue trasladada al Hospital de Uspallata, donde constataron que padecía hipotermia, y que uno de sus pies estaba fisurado y el otro esguinzado.
“Me sentí orgullosa porque, más allá de todo lo que me dijeron, lo logré”, dijo emocionada.
Ojos del Salado: otra oportunidad para hacer historia
La experiencia agónica en el Aconcagua jamás se convirtió en un obstáculo para seguir con la idea de subir montañas. Pasado solo un mes de su regreso, una vez ya recuperada de su accidente, el deseo de la aventura comenzó a gestarse nuevamente y se propuso prepararse para un nuevo desafío.
Cuando buscó la lista de las montañas con mayor altura, descubrió al Ojos del Salado, el volcán más alto del mundo, situado en la Cordillera de Los Andes, en la provincia de Catamarca. Este volcán se encuentra a 6.891 metros de altura sobre el mar.
Para llegar a esta cumbre hay dos vías: la argentina y la chilena. Esta última es más sencilla pero más costosa económicamente y compleja ante los numerosos permisos que requiere. Por lo tanto, la odontóloga ascenderá en enero próximo por Argentina, que es casi el doble del tramo.
El gran desafío de este volcán es que está rodeado por el Desierto de Atacama, con temperaturas que superan los 50 grados. Emilia lo cruzará en bicicleta, pedaleando entre 20 y 30 kilómetros con un equipamiento de 50 kilos, sola y sin asistencia.
“Hulk tiene que lograr su primera cumbre, que no pudo ser en el Aconcagua, pero si lo va hacer en el Ojos del Salado. No me importa cómo, la arrastraré si es necesario. Suena raro, pero es un vínculo muy grande que tengo con esta bicicleta”, remarcó.
Asimismo, Emilia investigó acerca de los ascensos en bicicleta a este volcán y descubrió un gran detalle: fueron todos hombres y la mayoría con asistencia. Lograr este proyecto, la convertiría en la primera ciclista en ascender al volcán más alto del mundo y, encima, sin asistencia.
Su amor por las montañas no tiene límites. En cinco años planea alcanzar la cumbre más alta del mundo, el Monte Everest. Muchas personas desalentaron a Emilia en sus proyectos montañistas, lo que la hizo sentir sola. A pesar de ello, ella insiste y una vez hará historia gracias a su fortaleza.
“Están los campamentos, hay gente, están los diferentes equipos, pero llega un momento que estás solo en la montaña. Es igual que en la vida cotidiana, por más que estés rodeado de gente, eso no quiere decir que no estés solo, vos con tu conciencia y tus convicciones. La montaña te enseña a valorar las pequeñas cosas de la vida cotidiana: una ducha de agua caliente, la cama, la comida, estar con tu familia, entre otras cosas”, cerró.
Emilia tiene una frase de cabecera: “Viví una vida que valga la pena recordar”. No caben dudas que la joven cosechará miles de anécdotas que merecerán de ser contadas.
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