La obtención del título desató una verdadera marea albirroja en La Plata. Apenas finalizó el partido en Santiago del Estero, miles de hinchas de Estudiantes comenzaron a llegar al corazón de la ciudad para festejar una nueva consagración, con la mítica esquina de 7 y 50 como punto de encuentro obligado.

La celebración tuvo un condimento especial cuando la lluvia dijo presente en plena madrugada. Lejos de dispersarse, la gente del Pincha redobló los cantos, los bombos y los abrazos, transformando el centro platense en una fiesta interminable. Nadie se movió de 7 y 50: el agua no alcanzó para apagar la alegría ni el orgullo por un nuevo título.
Banderas, camisetas empapadas y familias enteras fueron parte de una postal que volvió a repetirse, como en tantas noches históricas del club. Autos tocando bocina, bengalas y cánticos marcaron una celebración que se extendió durante horas y que volvió a demostrar el fuerte vínculo entre Estudiantes y su gente.
Así, bajo la lluvia y con una pasión intacta, La Plata fue escenario de un festejo que quedará en la memoria colectiva del pueblo pincha. En 7 y 50, el corazón de la ciudad latió una vez más al ritmo de Estudiantes campeón.
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