Cada grito de gol de Martínez estremece a todo Bahía Blanca en general y a los hinchas de Liniers en particular, su club natal. Ese mismo que lo vio “potrear” en suelo chivo (como apodan al club) cuando recién comenzaba a formarse en lo que es: un goleador top mundial con serias aspiraciones de quedarse con la nueve de la Selección Nacional.
Liniers es uno de los tantos clubes que conforman el mapa futbolero de Bahía Blanca donde conviven también Olimpo, Villa Mitre, Bella Vista (cuna de Rodrigo Palacio) y Sansisena entre tantos. En el último tiempo el club blanquinegro se ha destacado por el modo de negociar los pases de sus jugadores que le han dejado jugosas recaudaciones a sus arcas. El pase del velezano Agustín Bouzat también es de los bahienses y les hizo cosechar casi un millón y medio de dólares.
Esa cifra parece pequeña al lado de los 3 millones de euros que les brindó la partida de Lautaro Martínez de Racing al Inter, casi 186 millones de pesos para la estructura de un club que milita los torneos federales. Lautaro a fuerza de gritos no sólo ha colocado a Liniers en el mapa sino que le ha cambiado la vida al club.
Nel segno del toro