Dicen quienes saben los secretos de la percusión que muchas veces ese ritmo tiene que ver con el pulso de corazón. La simbiosis entre cuerpo e instrumento se puede ver y sentir en el ejecutante y Jonatan es uno de ellos: uno de los pibes de los bombos de Estudiantes como los llaman en la tribuna, en ese tribuna que en el clásico fue altar por un ratito.
Con ese ritmo en la sangre, con el bombo colgado sobre el manto de “Percusión Los Leales”, Jonatan decidió sorprender a su amada en el día de la fiesta más grande, en el clásico ante el rival de toda la vida, y pedirle casamiento en lugar donde todo parece haber nacido. En donde todas las diferencias quedan de lado, en donde todos los corazones y las voces son una sola, misma y maravillosa cosa.
Para esta era de amores hubo vieja escuela y nueva escuela. Primero, a la vieja usanza, la rodilla de Jonatan busco el piso ante la emocionada mirada de Cande que, contenida con la roja y blanca, las banderas y los bombos pincharatas, se encontró entregando el corazón en el mismísimo corazón de la tribuna: allí donde los amores de verdad se manifiestan en un ritual sin fin. Eterno.
“Llegaste en el momento justo. No alcanzan las palabras para decirte todo lo que siento, se que sos lo que quiero para toda la vida, somos el ying y el yang y muchas veces no coincidimos, pero de eso se trata, los polos opuestos se atraen y con vos es así. Siempre así, siempre vos, siempre juntos. Te amo un mundo. Gracias por todo”, le escribió Jonatan en sus redes a Cande en la versión moderna de los romances.
El motivo momento fue captado por Norman Chaca que mantuvo el pulso en medio de una cabecera de 57 que era un auténtico hervidero, listo para el amor. “Gracias por acompañarme en todas. ¡Sobre todo, en esta locura! Lo que siempre soñé hoy lo hacer realidad. Te amo”, respondió Cande que junto a su futuro esposo recibieron el amor de miles de pinchas que, por un segundo, se olvidaron del clásico para dejarse llevar por el cupido del León.
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