Qué semana extraña. Qué semana rara. Qué semana emotiva. Guillermo Barros Schelotto tendrá por delante siete días especiales. Porque dentro de 168 horas volverá al Bosque para visitar a Gimnasia. Y porque allí no sólo experimentará la incómoda sensación de ser ídolo y tener que salir a ganarle a tu club/casa, sino que enfrente de su Vélez estará su hijo: Nicolás Barros Schelotto.
Si para GBS era raro ir al Zerillo como técnico adversario de su Lobo, el escenario ahora es todavía más extraño. Porque Nico será probablemente el compañero de Augusto Max en el centro del campo. Y su viejo podrá verlo en primera fila por primera vez en Primera. Algo que no pudo hacer hasta acá de manera presencial.

Y es que el día en el que Nicolás debutó —en el Clásico en UNO frente a Estudiantes—, Guillermo estaba en Junín: a la misma hora que el derbi de La Plata, Vélez jugó ante Sarmiento. Así las cosas, se perdió la chance de ver al menos por tevé la presentación del volante central en la máxima categoría.
Está claro que Guillermo sí pudo por televisión ver el triunfo de Gimnasia contra River. Un partido en el que Nico jugó bien, al igual que buena parte del Lobo. Aunque lo del lunes será diferente. Completamente distinto. Porque podrá ver a Nico en su primer partido en el Bosque, en su casa, en la élite del fútbol argentino. Y lo tendrá de cerca.
Qué especial ver al pibe. Qué especial enfrentar a papá. Todo en una semana. En un encuentro clave que para Vélez será importante para mantenerse lo más arriba posible en la Zona B y clasificar más cómodo a los playoff. Pero que también tendrá ese condimento extra.


                                    