Nadie la vio venir. Nadie olfateó un decisión tan fuerte, tan drástica en algún punto, tan contundnte. Al menos, en el club, en las entrañas de Estancia Chica, Pablo De Blasis no había dado señales de la medida que tomó: irse de su querido Gimnasia seis meses antes de que finalice su contrato. Más allá del sueño cumplido de volver y del agradecimiento que mostró en su posteo de despedida, se trata de una salida por la puerta lateral, seguramente diferente a la que imaginó.
Pero sobre todas las cosas es una decisión intempestiva, a menos de una semana del debut del torneo, extraña por el momento. Porque está claro que más allá de que había perdido cierto terreno con Alejandro Orfila, el volante no dejaba de ser un referente del club, uno de sus líderes, uno de los jugadores con más sentido de pertenencia por el Lobo del plantel. Y también, uno de los hombres con mayor jerarquía.
Sin embargo, en este adiós que se cocinó el fin de semana, que seguramente De Blasis venía madurando pero que terminó de masticar en estas últimas horas, hay motivos que llevaron a que el volante tomara una decisión durísima en lo personal y familiar, que le comunicó en primera instancia a Mariano Messera, director deportivo del club.

Está claro que De Blasis sintió en este último tiempo que el físico, a los 37 años, no le venía jugando a favor. Además de las lesiones que le fueron cortando ritmo, sobre todo la que sufrió con Unión y que lo sacó varios partidos, le costó recuperarse futbolísticamente y volver a tener el protagonismo y el nivel que él pretendía. Siempre exigente de su rendimiento, el último tiempo se le hizo cuesta arriba.
Eso derivó, también, en cierta resistencia de la gente, con la que el referente empezó a perder algo de crédito. Una situación bien diferente a la del 2023, cuando tras una gran trayectoria en Europa, el pueblo tripero celebró su vuelta, porque era un retorno pendiente que se había frustrado en otras ocasiones. La expectativa era alta y, en el medio de ese camino, también se dio la angustia de la pelea por el descenso (y esa la final con Colón) que, sin dudas, también generó roces y tensiones.

Una actualidad difícil, relegado por Orfila
De la mano con esta situación, con un último semestre en el que Gimnasia perdió a dos entrenadores y en el que los jugadores (y referentes) quedaron más apuntados por la gente, también la llegada de Alejandro Orfila le jugó una ficha en contra. Con el nuevo entrenador, de a poco, De Blasis fue perdiendo terreno, justo cuando parecía que al comienzo iba a tener otro protagonismo. Y entonces, verse afuera del equipo y peleando desde atrás, fue un aspecto que también influyó en su decisión.
Nadie en Estancia se anima a confirmarlo, pero a su vez la determinación (también sorpresiva) de Orfila con respecto al nuevo capitán habría sumado a la causa como detonante. Con la salida de Leo Morales, el DT tiene decidido que Gastón Suso lleve a partir de ahora la cinta y eso, de alguna forma, también corrió a De Blasis (y también al Pata Castro) de su liderazgo natural. Acaso otra señal de que no sería una prioridad para el nuevo entrenador ni siquiera en su otro rol, el de mando.

Como fuera, De Blasis le puso fin a su ciclo de una forma inesperada y repentina. Y en su despedida por redes, de alguna forma, el volante también deslizó parte de los motivos que impulsaron su decisión final, la que nadie imaginó hasta hace algún tiempo. “Llegué en momentos malos deportivamente y me voy en situaciones similares, considero que si uno quiere al club y siente que su aporte solo es desde afuera, debe irse. Después de un año accidentado donde cada semana hice de todo para estar disponible, pude completar la pretemporada y encontrarme bien de nuevo, aun así siento que es el momento”, publicó en su posteo.
Gimnasia pierde a uno de sus referentes. Aunque no de la forma que hubiera deseado…

