A la Copa Sudamericana, como a la Copa Libertadores, le queda un solo equipo argentino en pie. En el camino quedaron Gimnasia, Huracán, Tigre, Newell´s, San Lorenzo y Estudiantes pero Defensa y Justicia sigue volando alto porque pese a su corta historia en la élite del fútbol argentino ya sabe lo que es lograr la gloria en esta competencia. La ganó en 2020 con Braian Romero como artillero y ahora la sueña de nuevo con la fe puesta en el héroe de la noche ante Botafogo: Nicolás “Uvita” Fernández.
El atacante santafecino se impone a los centrales del líder del brasileirao con jerarquía, con apenas 1,65 salta mejor que los demás y voltea al gigante para desatar la locura de su gente que reventó el Florencio Solá de Banfield donde hizo de local ya que su estadio no tiene aún la estructura que demanda Conmebol.
Uvita salta, cabecea y hace el primero en el primer tiempo. En el segundo empata Botafogo que no sabe que será domando por el Halcón y por Uvita que esta vez no salta pero vuelve a cabecear y mete el segundo y cierra la historia. La de Defe esa noche, pero no la suya que tiene heridas abiertas que, de a ratos, sanan con goles.
La dura historia de Nicolás Fernández
En el barrio no hay lugar para militar los porques de los apodos. A Nicolás, uno de los 10 hermanos Fernández (uno de los cinco futbolistas, uno de los tres profesionales) le dicen Uvita “porque era negro y chiquito” contó en 2019 donde abrió la historia que venía detrás de la Leandro primero (32, ex Defensa, Ferro, Vélez y campeón de la Sudamericana y la Suruga con Independiente) y de Brian (28, ex Defensa también, Racing, Colón y Ferro con sabidos problemas de adicción a la cocaína que lo ha alejado de varios clubes).
Con 27 años, Uvita pegó la vuelta a Varela tras tres temporadas en San Lorenzo y en cada grito hay una descarga de aquella infancia donde debía pedirle pan a los vecinos para poder comer con sus hermanos mientras su padre se dedicaba a la violencia con la barra de Unión de Santa Fé, ese mismo padre del que dijo “no estuvo a la altura” y el que amenazó de muerte al propio Brian cuando este firmó con Colón en 2020.
Esa familia que lloró la muerte de David de 18 años en 2012 – pero que también sufría por la vida de delitos que estaba llevando (murió por una herida de su propio revólver tras accidentarse con su moto) – hoy mira a Uvita imponerse e ilusionar a miles de pibitos que vivieron historias similares a la suya con ser campeones con el Halcón.
“Cuando llegué a Varela también me hice una fama, pero no descarrilé: aprendí mucho con lo que les pasó a mis hermanos y me fueron quedando enseñanzas. Hace casi ocho años que estoy en Buenos Aires y nunca me importó salir al boliche. Hoy, si sos futbolista, eso te tira para abajo“, dijo en su momento el dueño de los gritos importantes en el Halcón.
Fernández hoy es feliz porque sabe que Brian está mejor, buscando su camino que Leandro se arregla solo, que David está orgulloso allá arriba y que su madre es es feliz con su presente, uno que marca que en este 2023 jugó 39 partidos, marcó 22 goles y sirvió 3 asistencias para que Defensa sea cada vez más grande.