Aunque no dirigió a ninguno de los clubes de La Plata, Carlos Bianchi atraviesa transversalmente tanto a Gimnasia como a Estudiantes. Porque el deté de 76 años tuvo como pupilo a Guillermo Barros Schelotto, un ídolo del Lobo. Y, además, es el yerno de Eduardo Domínguez, entrenador que está transitando sus últimos días en el Pincha. ¿Cómo los ve? ¿Cuál es la relación con el Barba cuando se reúnen? ¿Hablan de fútbol? En el Olé Summit que se celebró entre miércoles y jueves en la Usina del Arte, el Virrey se explayó sobre todo eso.
“El domingo Boca juega contra Carlos Tevez. Y si gana, después se puede cruzar con Guillermo Barros Schelotto. A los dos los veo bien. No soy de los técnicos que corren al costado de la cancha. Yo pienso que los dos, como Mauricio Pellegrino, que va a jugar la final este sábado, también está haciendo un gran trabajo”, dijo Bianchi, incluyendo en el pack al deté de Lanús, quien dirigió a EDLP entre 2013 y 2015. Resaltando el estilo de conducción que tienen los tres, emparentándolo con el que el propio Virrey tuvo en sus ciclos en Boca y Vélez.

Ahora hubo más. Porque en el congreso que se realizó en CABA, Bianchi también tocó el tópico Domínguez, esposo de su hija Brenda. ¿Él es, acaso, una voz que el Barba consulta? “Con Eduardo hablo lo justo de fútbol, no quiero pecar de consejero”, aclaró Carlos. Un hombre que es palabra autorizada para corregir o dar recomendaciones, pero que prefiere ser respetuoso con las decisiones de Eduardo.
La trayectoria de Bianchi

Carlos Bianchi construyó una de las carreras más exitosas en la historia del fútbol argentino a partir de una gestión impecable en Vélez Sarsfield, club con el que obtuvo seis títulos y al que transformó para siempre. Entre 1993 y 1998 conquistó tres Ligas (1993, 1995 y 1996), la Copa Libertadores 1994 en una campaña inolvidable y la Copa Intercontinental del mismo año, cuando el Fortín sorprendió al mundo derrotando al Milan en Tokio. En 1996 levantó también la Interamericana.
Su etapa en Boca multiplicó esa leyenda. Allí sumó nueve títulos que redefinieron la era moderna del club: logró campeonatos locales (Apertura 98, Clausura 99, 2000 y 2003), tres Copas Libertadores (2000, 2001 y 2003) y dos Intercontinentales (2000 y 2003) que lo consolidaron como el DT más influyente de su generación.

