En el marco de la presentación de la Agenda 2030, el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Béliz, anunció este miércoles el desarrollo de un proyecto para la regulación del uso de las redes sociales, y desde la oposición de Juntos por el Cambio denunciaron un intento de avanzar contra la libertad de expresión.
“Vamos a profundizar los lineamientos centrales del uso de las redes sociales para el bien común. Estamos trabajando en un estudio pionero que marca y propone un pacto para el buen uso de las redes sociales y que dejen de intoxicar el espíritu de nuestra democracia”, expresó hoy Béliz, acompañado del presidente Alberto Fernández.
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Rápidamente, desde el radical Mario Negri, los dirigentes del PRO Jorge Macri, Julio Garro y Graciela Ocaña, hasta la referenta de la izquierda Myriam Bregman, salieron al cruce de la iniciativa oficial, en lo que comprendieron que se trataría de un ataque al derecho garantizado por la Constitución Nacional.
“Redes para el bien común es un programa del Consejo Económico y Social que nace a partir de la adhesión de la República Argentina al Pacto por la Información y la Democracia impulsado por Francia y Alemania en base a una iniciativa de Reporteros sin Fronteras”, especifiaría más tarde la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, pero el debate ya estaba echado.
¿Pueden regularse las redes sociales?
Consultado por la posiblidad de regular el uso de las redes sociales, el becario doctoral del Conicet que trabaja con temáticas relacionadas a la comunicación y las redes sociales, Nazareno Lanusse, indicó en INFOCIELO que “hay que tener en cuenta que las redes sociales por lo general responden a empresas multinacionales, por lo tanto el Estado tiene potestad de regular a esas empresas que actuán en el país”.
Además, Lanusse explicó que “hay proyectos de regulaciones en otros países, con distintas categorías de regulación”, que van desde el alcance económico de las empresas hasta casos como el de China, donde “las empresas estadounidenses ni siquiera operan”. “Lo mismo sucedió con la guerra en Ucrania, donde las empresas de Estados Unidos dejaron de operar en Rusia”, agregó.
En contraposición, el Director del Departamento de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN, Maximiliano Peret, aseguró que las redes sociales “no son ambientes sobre los cuales deba haber algún tipo de regulación”. “Sí debe haber algún tipo de campaña para formar lo que denominamos la ciudadanía digital; es decir que como ciudadanos digitales sepamos cuáles son las formas correctas de desenvolvernos en las redes sociales”, señaló.
Regulación y libertad de expresión
Las regulaciones han sido vistas a lo largo del pensamiento liberal como contrarias a la libertad de expresión. Sin embargo, si la concentración de la propiedad de los medios de comunicación puso en jaque esa premisa, las nuevas formas de comunicación producto del avance tecnológico han incrementado los debates al respecto.
“Muchas veces son las propias plataformas las que regulan el contenido que circula hacia dentro de ellas, por lo que muchas veces la libertad de expresión está regulada por las mismas plataformas. Por ejemplo, Twitter está penalizando los discursos de odio, o ahora con la guerra en Ucrania etiquetaron a periodistas como afiliados al gobierno ruso. Un buen caso fue cuando Twitter le cerró la cuenta el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump”, ejemplificó el investigador Lanusse.
Mientras que Perte argumentó: “Como muchas cosas que surgieron a partir de internet, las redes sociales democratizan voces, nos da la posibilidad de que todos opinemos, que todos contemos qué es lo que sentimos y pensamos de cualquier tema. En ese sentido, creo que son democratizadoras”.
El algoritmo, esa es la cuestión
Los investigadores en Comunicación estuvieron de acuerdo en señalar la relevancia de cómo funcionan los algoritmos para comprender los efectos del uso de las redes sociales. En esa línea, para Lanusse “las redes pueden ser consideradas tóxicas o, incluso, atentar contra la democracia, porque el algortimo funciona de manera sesgada; o sea, encierra a los usuarios dentro de su propio pensamiento”.
“Todo lo que veo tiene que ver con lo que yo ya pensaba previamente, por lo cual me encierro dentro de mi propia realidad. Y al mismo tiempo minorías ruidosas en Twitter pueden tener su reflejo en la calle, y terminar llegando a ocupar lugares de poder, como el caso de Milei en Argentina, la construcción de poder de Bolsonaro, o la campaña de Barack Obama con Facebook”, agregó.
Y aclaró: “No quiere decir que todos estos ejemplos sean casos de toxicidad, pero sí que puedan llegar a ser a partir de cómo funcionan los filtros algorítmicos, por ejemplo como espacios difusores de noticias falsas, que tienen el objetivo de dañar. No solo de mentir y crear una noticia, sino con el objetivo primero de alinear a la propia tropa y después de dañar a un enemigo. Eso puede instalar temas que no son reales, sobre políticos, políticas o de gestiones en general, que terminan afectando a un proceso democrático y electoral”.
A la vez destacó el carácter de las redes sociales como facilitadores de demandas, pero remarcó que la lógica algorítimica y el funcionamiento sesgado -en tanto que “el objetivo de las plataformas es que vos estés más tiempo allí navegando, para que puedas consumir más, por lo tanto que no haya nada en ese lugar que a vos te genere incomodidad”-, termina siendo negativo.
Mientras que el investigador de la UNICEN, destacó la importancia de las campañas educativas sobre el uso de redes sociales. “Hace falta que todos conozcamos cómo funcionan las redes y sus algoritmos. Eso es necesario y creo que está bien que todos sepamos cuáles son las reglas de juego. Que no pensemos que lo que vemos es lo que están opinando todos los que participan de las redes, porque en realidad el algoritmo decide mostrarnos lo que considera que es lo que nos hace bien para seguir participando de esa red”.
“Porque no solo pasan estas cuestiones que tienen que ver con la opinión política, también pasan por las redes cuestiones como el cyberbullying y el grooming. Entonces, está bueno que nos formemos como ciudadanos digitales y que sepamos cómo funciona una red a partir de la decisión que tomamos nosotros”, añadió.
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