El mundo del trabajo atraviesa un nivel de desgaste que ya dejó de ser una percepción aislada para convertirse en un dato estructural. “Hoy salió un dato bastante duro sobre el estado actual de los trabajadores en Argentina: nueve de cada diez personas están en situación de estrés y con deseo de cambiar de laburo”, plantea Francisco Zurita, director de Luz Consulting. Y aclara que no se trata de un fenómeno nuevo, sino de una acumulación de tensiones que se viene gestando desde hace años, pero que se profundizó con fuerza después de la pandemia.
Entrevistado por Albino Aguirre en INFOCIELO PLAY, Zurita explicó cómo, desde su experiencia, apareció en muchas organizaciones lo que se conoce como burnout: “Después de la pandemia sufrimos situaciones donde un cambio emocional fuerte o una modificación en la dinámica de trabajo generó esto del empleado quemado. Es una situación de estrés permanente por un contexto que no da estabilidad”.
Zurita pone el foco en que la pandemia no fue solo un cambio operativo, sino también mental y emocional. “Generó grandes cambios en el estado psíquico de las personas: priorizaciones, cuestionamientos a la relación laboral”. La irrupción del trabajo remoto rompió estructuras históricas: “Se salió de un sistema tradicional donde la presencialidad movía todo, y apareció lo híbrido, el home office, sin contacto directo, sin ajuste mutuo con los equipos”. Luego vino otra etapa, cuando muchos quisieron volver a la oficina porque “se había perdido algo del vínculo”.
Sin embargo, el problema de fondo no es solo organizacional. “Argentina vive hace por lo menos 10 o 15 años con un acelere permanente. Las condiciones de trabajo muchas veces no son buenas, la gente no puede progresar, tiene dos o tres trabajos para llegar a fin de mes”. Esa lógica impacta de lleno en la vida cotidiana: “El balance entre la vida personal y la profesional no se da. Se prioriza lo económico porque los salarios son malos, las condiciones son malas y muchas veces en situaciones de precariedad”.
Zurita lo resume sin rodeos: “La gente labura mucho tiempo o tiene más de un laburo para complementar”. Y ese esfuerzo constante tiene un costo emocional alto.
La nueva generación, el autoempleo y la ruptura del modelo tradicional
Otro de los grandes cambios que atraviesa al mundo laboral es el generacional. “Las generaciones nuevas esperan del trabajo otras cosas. Ya no esperan quedarse a vivir para siempre en una empresa”, explica Francisco Zurita. Hoy aparece con fuerza la idea del autoempleo, de generar ingresos por fuera de los modelos clásicos. “La figura del influencer, las personas que generan ingresos por otras formas que no son las tradicionales, todo eso confronta a las empresas”.
En ese escenario, también crece el multiempleo como forma de subsistencia. “Hay mucha gente que labura en una empresa y sale a hacer Uber o trabajos personales. La uberización de la economía está muy presente”, señala el director de Luz Consulting. Para Zurita, esto genera un efecto profundo en el vínculo entre las personas y su trabajo: “Se produce una especie de divorcio entre el laburante y la empresa”.
Ese ritmo de vida acelerado y fragmentado tiene consecuencias más allá del cansancio físico. “Cuando una persona vive apurada y ansiosa tiende a desconectar la empatía”, advierte. Y lo lleva a la vida cotidiana: “Te comés dos horas de viaje, llegás a tu casa y no podés ni conectar con tu hijo, con tu pareja. Venís estresado”. Lo mismo, dice, sucede hacia adentro de las organizaciones.
Cuando la empresa también enferma
Zurita distingue entre lo macro y lo micro. “La macro siempre condiciona: la economía, Argentina. Pero la micro también tiene un tema de diseño”. Y es categórico: “Cuando diseñás sistemas sin participación, sin creatividad, sin debate, sin consenso, esos modelos sufren las consecuencias del diseño que vos mismo creás”.
Por eso, propone un cambio de mentalidad: “La invitación es a expandir la mente y el corazón, a pensar qué puedo hacer yo para crear mejores contextos de desarrollo”. Para él, el desarrollo no es inmediato, sino un proceso: “La vida organizacional es como la vida botánica. Sembrás una semilla y con el tiempo hay un árbol. Hay políticas, recursos, decisiones que con el tiempo generan impacto real”.
Como ejemplo concreto, cuenta una experiencia dentro de su propia empresa: “Hace unos años empezamos a traer una profesora inglesa. En muchas empresas si no hablás inglés, no te contratan. Yo quería internacionalizar la empresa, pero tenía muchas personas que no hablaban inglés. Entonces empezamos a formarlos, a levantar la vara”. El objetivo era claro: “Que la empresa pueda vender servicios en el extranjero”.
Para Francisco Zurita, ese es el tipo de decisiones que marcan la diferencia: “Pensar hacia dónde ir, diseñar modelos de evolución, apostar al desarrollo real de las personas”. En un contexto donde el estrés, el multiempleo y la inestabilidad parecen dominar la escena, sostiene que el desafío no es solo económico, sino profundamente humano.

