El de este martes no fue un cumpleaños más para Rosa Bru, la madre de Miguel Bru, el estudiante de Periodismo desaparecido en 1993. Para esta mujer –incasable en la lucha por encontrar a su hijo-, fue la previa de una de las medidas más esperadas en la historia del expediente: una búsqueda con georadar en la Comisaría Novena, lugar donde el joven fue visto por última vez cuando tenía 23 años.
Aunque desde la fiscalía de Marcelo Martini no quisieron emitir información, la medida de prueba fue confirmada por la propia Rosa Bru a INFOCIELO. “Era algo que teníamos pendiente desde hace mucho tiempo”, señaló. El georadar es una técnica, considerada “no destrucitva”, para ubicar objetos bajo tierra.
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Las partes están convocadas para este miércoles a las 9.30 en la dependencia de la policía bonaerense ubicada en la equina de las calles 5 y 59. Es la primera vez que se hará una requisa de esta magnitud en ese edificio.
“Es mucha gente ha declarado sobre la posibilidad de que ahí esté el cuerpo de Miguel y por fin ahora el fiscal pidió esta medida y el juez hizo lugar”, señaló Rosa Bru. Esta semana, en paralelo, también podría activarse un nuevo rastrillaje en una zona específica la costa de Berisso.
“De esta manera se podrá saber si debajo de los pisos de la comisaría hay un cuerpo extraño, lo que no significa que, de ser positivo, sea un cuerpo humano. Pero habilitaría para hacer excavaciones”, completó.
Hasta hace unos meses, la investigación era instruida por el fiscal Fernando Cartasegna y el juez César Melazo, una dupla con la cual Rosa Bru siempre había tenido cierto reparo. Tras el corrimiento de ambos del poder judicial, quedaron a cargo Martini y el magistrado Jorge Panicelo Moya.
Si bien el cuerpo de Miguel Bru sigue sin aparecer su muerte pudo comprobarse a través de pruebas indirectas. Para las condenas en el juicio oral público de 1999, por ejmplo, fueron claves la pericia caligráfica sobre el libro de guardia y los testimonios de los detenidos en aquel momento
En aquel histórico proceso, fueron condenados a prisión perpetua los policías Justo José López y Walter Abrigo, acusados de tortura seguida de muerte, privación ilegal de la libertad y falta a los deberes de funcionario público.
El entonces comisario de la 9°, Juan Domingo Ojeda, fue condenado a dos años de cumplimiento efectivo de la pena, pero recuperó su libertad con sólo ocho meses de prisión, al igual que el oficial Ramón Cerecetto. Abrigo murió en tras las rejas y López había sido dejado libre pero luego vuelto a encarcelar
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