El resultado electoral del domingo no solo dejó al peronismo con una ventaja amplia sobre La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires. También destapó, una vez más, la presión de los llamados “mercados” para condicionar la voluntad popular.
La caída de las acciones argentinas en Wall Street, el salto del dólar hasta los $1.480 en algunos bancos, y el riesgo país trepando a 1100 puntos no fueron simples reacciones técnicas: fueron mensajes políticos.
El bautizado “riesgo kuka”, con el que sectores financieros venían alertando desde hace semanas, se transformó en un sello funcional a los grandes jugadores y para el gobierno nacional.
El problema para ellos no parece ser la diferencia de 14 puntos entre Fuerza Patria y el oficialismo libertario de Javier Milei, sino que esa expresión democrática se convierte en un problema del que no quieren hacerse cargo.
Un voto incómodo para la “City”
Las primeras operaciones del este lunes dejaron números contundentes: Galicia se hunde 20%, BBVA 21%, Supervielle 22%. Entre las energéticas, YPF retrocede 11%, Edenor 13% y Vista 5,9%. El Merval medido en pesos caía un 12%.
En los medios económicos, la foto fue presentada como un “castigo inevitable” a la Argentina por haber elegido mayoritariamente a candidatos peronistas en los distritos de la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, detrás de las pantallas bursátiles hay un trasfondo político evidente: cuando el pueblo vota de manera que incomoda a los intereses de los beneméritos mercados, las cotizaciones se transforman en advertencias.
El “riesgo país” es un invento que mide más la confianza de fondos de inversión que la realidad de la economía cotidiana, pero logra instalarse como un termómetro inapelable en la agenda pública.
En ese marco, lo que aparece como un problema de gobernabilidad para Javier Milei se lo lee, amañadamente, como un intento de disciplinamiento al electorado.
Los mercados quieren dejar claro que, si la gente vota al peronismo o aún peor al kirchnerismo, habrá consecuencias inmediatas en dólares, bonos y acciones. Una forma sofisticada de decirle a la sociedad qué elegir y qué no.
La economía como arma electoral
El ministro de Economía, Luis Caputo, salió a calmar las aguas con un mensaje clásico: “nada va a cambiar”. Pero desde Nueva York replicaron que, sin consensos políticos y sin una recomposición con la oposición, el panorama puede volverse inestable.
Dicho en otros términos: la gobernabilidad no depende de lo que decidan los argentinos en las urnas, sino de la aceptación de ciertos condicionamientos externos.
El llamado “riesgo kuka” es, entonces, menos un fenómeno económico que un relato construido. Una vuelta del peronismo al poder es presentada como amenaza para las inversiones, cuando en los hechos el país arrastra problemas estructurales que exceden cualquier resultado electoral.
La narrativa financiera funciona como un corset para la política: limitar las opciones posibles y advertir que no hay margen para apartarse del guion ortodoxo.
De aquí a las legislativas de octubre, lo que se juega no es solo la correlación de fuerzas en el Congreso, sino también la capacidad de la sociedad de resistir a estas presiones. Porque mientras el oficialismo intenta administrar la tormenta, los mercados buscan instalar la idea de que votar al peronismo/kirchnerismo equivale a hundir la economía.
En definitiva, el verdadero riesgo no es el “kuka”, sino el riesgo de que la city o su verdadero dueño, Wall Street, intente definir, desde sus tableros electrónicos, cómo deben votar los argentinos. Una interferencia que, lejos de ser un dato técnico, pone en juego la soberanía política de un país que ya ha sufrido demasiadas veces los embates de la especulación financiera.