El gobierno de Javier Milei, adalid del liberalismo extremo, volvió a mostrar que su discurso de “mercado libre” y “eliminación de trabas” es, en la práctica, un espejismo.
Mientras el presidente y sus funcionarios insisten en que el Estado debe reducir su intervención en la economía, la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA, ex AFIP) se conoció un nuevo esquema de limitaciones para el ingreso de productos electrónicos al país, para comenzar a regir dentro de 3 meses.
El mensaje es claro: el mercado es libre… pero sólo cuando les conviene.
El Estado que no desaparece
Según el comunicado oficial, los viajeros podrán ingresar sin pagar aranceles solo un teléfono celular y una notebook o tablet.
Además, en caso de que el valor del objeto importado supere la franquicia permitida (USD 500 para viajeros aéreos), se seguirá aplicarando un arancel del 50% sobre el excedente.
Por ejemplo, si alguien quiere traer un dispositivo de USD 600, deberá abonar USD 50 en impuestos.
Pero el detalle principal y novedoso es que en las nuevas directivas de ARCA se modifica la forma en que las entidades bancarias deben informar a la agencia sobre las compras realizadas en el extranjero con tarjeta.
Entonces desfe julio de 2025, las entidades administradoras de tarjetas de crédito deberán informar los consumos en el exterior efectuados por titulares y adicionales de tarjetas de crédito, de compra y débito emitidas en el país.
Así será la información que pedirá la ARCA
Detalle de las operaciones en el exterior correspondiente a tarjetas de titulares emitidas en el país:
Número de tarjeta.
Marca de la tarjeta de crédito, de compra y/o de débito.
Clave Única de Identificación Tributaria (CUIT) de la entidad emisora de la tarjeta de crédito, de compra y/o de débito.
Fecha de la operación.
Identificación del país.
Identificación de la moneda de origen.
Monto de la operación en moneda extranjera.
Monto de la operación en pesos.
Nombre del comercio.
Código de rubro del comercio.
Número de identificación del comercio.
Además desde Chile no pueden ingresar electrodomésticos de línea blanca: incluye cocinas, lavavajillas, estufas y aires acondicionados. Sin embargo, los aparatos pequeños, como licuadoras, sí están permitidos.
Las restricciones no terminan ahí, hay otras lógicas y necesarias. También siguen vedados los materiales arqueológicos y culturales, los estupefacientes y las armas sin autorización del ANMAC.
En el caso de los menores de 16 años, la franquicia se reduce al 50%, y los grupos familiares pueden unificar sus franquicias.
¿Dónde quedó la “libertad”?
Las restricciones impuestas por ARCA contradicen de manera flagrante la filosofía libertaria que Milei defiende a capa y espada.
Durante su campaña y en los primeros meses de gestión, el presidente prometió la desaparición del intervencionismo estatal en favor de la libre competencia. Sin embargo, su gobierno mantiene –y en algunos casos endurece– las barreras aduaneras, aplicando regulaciones que afectan a los ciudadanos pero benefician a ciertos sectores locales.
El argumento oficial detrás de estas limitaciones es el mismo de siempre: proteger la industria nacional y evitar la competencia desleal.
Pero esto choca con la doctrina libertaria pura, que postula que cada individuo debe poder comprar e importar lo que desee sin que el Estado interfiera.
Si la “mano invisible” del mercado es la solución a todos los problemas económicos, como sostiene el presidente, ¿por qué el gobierno impone restricciones en lugar de dejar que la oferta y la demanda regulen el flujo de productos?
El intervencionismo selectivo
Este nuevo esquema de importaciones confirma que Milei y su equipo aplican el liberalismo de manera selectiva. Mientras eliminan regulaciones en el mercado laboral y recortan el gasto público de manera brutal, siguen manteniendo restricciones en el comercio exterior que benefician a ciertos actores… La diferencia con los gobiernos anteriores es de discurso, no de política real.
El control estatal sobre la importación de electrónicos revela una contradicción evidente: el gobierno que se jacta de destruir al Estado desde adentro, es el mismo que sigue manejando el comercio exterior con mano firme, cuasi soviética.
La pregunta es si sus votantes y seguidores libertarios seguirán justificando este intervencionismo disfrazado.