El incendio que arrasó varios depósitos del polígono industrial de Ezeiza entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de noviembre dejó una columna de humo, múltiples interrogantes y un dato que, lejos de ser menor, reapareció con fuerza: uno de los depósitos afectados pertenece a Iron Mountain. La misma empresa que quedó marcada por la tragedia de Barracas en 2014 durante la gestión de Mauricio Macri en ese distrito.
Sin embargo, ese dato (disponible, verificable y periodísticamente relevante) desapareció de los títulos en las coberturas de los medios digitales más leídos del país: Clarín, La Nación.
La ausencia no pasó inadvertida. Al contrario: quedó en evidencia porque otros medios, desde Perfil hasta portales del interior del país, no solo informaron el dato sino que lo ubicaron como un elemento central del hecho.

La pregunta, entonces, se vuelve inevitable: ¿por qué los medios más influyentes decidieron omitir la pieza más resonante del rompecabezas?
Un nombre que incomoda
El primer elemento para entender la omisión es el peso simbólico (y político) que tiene Iron Mountain en la Argentina reciente.
Cada vez que ese nombre aparece, resucitan las imágenes del edificio en llamas, las diez muertes, las sospechas de destrucción de documentación sensible y las causas judiciales donde la responsabilidad del gobierno porteño encabezado entonces por Mauricio Macri, formó parte del debate público. Para cualquier sala de redacción, mencionar a la empresa es abrir un archivo repleto de tensiones.
Y justamente ahí asoma la posible explicación. Reintroducir a Iron Mountain en la conversación pública implica, casi automáticamente, reactivar la discusión sobre controles fallidos, regulaciones laxas y vínculos políticos.
Ninguno de esos temas es cómodo para el macrismo ni para las empresas periodísticas que orbitan alrededor de ese ecosistema. Tampoco para los medios con líneas editoriales históricamente afines. A veces, el silencio evita tener que reescribir la historia.
La selección de la realidad
La segunda clave está en la forma en que se construye una noticia. Un incendio en depósitos industriales bonaerenses puede narrarse como un hecho aislado, casi rutinario en la vasta agenda policial…Pero cuando se menciona a Iron Mountain, el hecho adquiere otra densidad: reaparece la idea de un patrón, de un problema estructural, incluso de una sombra persistente que atraviesa ese gobierno en varias épocas.
En una coyuntura de alta polarización, el encuadre de un hecho importa tanto como el hecho mismo. Para algunos medios, instalar nuevamente a Iron Mountain en el centro podría alimentar sospechas que prefieren no activar. La omisión, entonces, se transforma en una decisión estratégica: decir menos para evitar que el lector pregunte más.
Por último, conviene recordar una verdad simple del oficio: toda omisión es también un acto editorial. No hace falta un memo interno ni una bajada explícita para entender por qué ciertas redacciones evitan determinados datos. La línea editorial se expresa tanto en lo que publica como en lo que decide dejar afuera.
El incendio de Ezeiza ya está bajo investigación. Pero el otro fuego (el que encienden los silencios y las decisiones selectivas) seguirá ardiendo mientras buena parte de la prensa más influyente elija no mirar de frente los hechos que podrían incomodar a sus aliados políticos o corporativos.
En ocasiones, lo que no se dice ilumina mucho más que lo que se escribe.

