“Filmen, saquen foto, pidan identificaciones, tomen patentes”. La frase no es parte de un instructivo de seguridad ciudadana, sino de un posteo público en la red X (antes Twitter) de Malena Galmarini, exdiputada bonaerense y dirigente del Frente Renovador. El mensaje está dirigido a militantes y simpatizantes peronistas que viajarán desde distintos puntos del país para participar de la marcha en repudio a la condena de Cristina Kircher, entre otras actividades políticas en Buenos Aires, y fue acompañado de una denuncia concreta: un grupo de compañeros que se trasladaba desde San Juan fue interceptado por Gendarmería Nacional, revisado sin justificación clara y —según relataron— interrogado por su “ideología”.
“Uno preguntó qué ideología tenía cuando me pidió el DNI”, afirma uno de los testimonios que Galmarini compartió, señalando el preocupante tono de los operativos. En su publicación, la dirigente también usó los hashtags #DemocraciaSiempre, #NoALaProscripciónCFK, #MileiDictador y #BullrichViolenta, marcando una fuerte línea de denuncia política.
El episodio se enmarca en un clima cada vez más cargado entre el oficialismo libertario y la oposición peronista, en particular tras la implementación de nuevas disposiciones del Ministerio de Seguridad, que han ampliado las facultades de las fuerzas federales (como la PFA, Gendarmería y Prefectura) para actuar sin orden judicial en tareas de patrullaje, control vehicular y vigilancia preventiva.
Desde sectores del peronismo denuncian que estas medidas no sólo se aplican contra el delito, sino también como mecanismos de control político.
Aunque el Gobierno no se pronunció específicamente sobre el episodio denunciado, la ministra Patricia Bullrich ha reiterado en los últimos días que “el Estado recuperó la calle” y que “no se va a permitir más que los militantes políticos ocupen el espacio público como si fuera territorio liberado”. Las declaraciones, en sintonía con el endurecimiento de la política de orden público, refuerzan la percepción de una avanzada oficial sobre los márgenes de la protesta y la organización política.
El llamado de Galmarini a documentar cada encuentro con las fuerzas de seguridad no es sólo una medida de prevención, sino también un acto político en sí mismo. Filmar es, en este contexto, una forma de resistir.

