En el fresco de una noche casi invernal en Buenos Aires, el jardín del Palacio Bosch volvió a ser escenario del ritual diplomático que, año tras año, enciende más entusiasmo entre ciertos sectores locales que nuestras propias fechas patrias. Fue el martes, en una celebración anticipada del Día de la Independencia de los Estados Unidos organizada por la embajada norteamericana, donde abundaron las banderas de barras y estrellas, los brindis en vasos plásticos con hielo y los rostros como los de Patricia Bullrich, que por momentos parecían más felices que en los desfiles del 9 de julio.
Entre los casi mil invitados cuidadosamente seleccionados, desfilaron como estrellas de gala las figuras más prominentes del oficialismo libertario y de la fauna político-mediática local. Además de la ya mencionada Patricia Bullrich —con su habitual andar entre marcial y marketinero— quien no ocultó su sonrisa frente a las cámaras mientras la encargada de Negocios, Abigail Dressel, destacaba con afecto la colaboración bilateral en seguridad, también se vio al aspirante a gobernador bonaerense José Luis Espert, quien ensayaba una expresión relajada, casi de disfrute íntimo, y a Guillermo Francos, que recorría el salón como si fuera propio.
Fernando Iglesias, como pez en el agua, se desplazaba entre figuras internacionales con esa mezcla suya de arrogancia y colegial orgullo por ser parte de “la conversación”.
UNA FIESTA SIEMPRE “MUY ESPERADA”
Y es que para muchos de los presentes, el 4 de julio —aunque celebrado con calendario argentino casi 10 días antes— parece funcionar como una reafirmación simbólica de pertenencia. No tanto a la diplomacia, sino a un ideal, a un orden global donde saben bien cuál es el lado correcto del mostrador… O al menos, el lado que paga las invitaciones.
Iván de Pineda ofició de maestro de ceremonias, dándole al evento el tono de programa de viajes y cultura que tan bien maneja. En ese rol, no desentonaron las sonrisas de Cristina Pérez, Marcelo Bonelli, Luciana Geuna ni la jueza Sandra Arroyo Salgado (ex esposa del fallecido fiscal Alberto Natalio Nisman), que se mezclaron con jueces federales, fiscales, economistas y empresarios. Ninguno parecía notar —o se cuidó mucho de no expresar— la disonancia que implica festejar la independencia… de otro país.
Luis Caputo, el ministro de Economía, departía distendido mientras en el fondo sonaba música country y se servían hamburguesas gourmet, con una ambientación pensada bajo el lema “The Great American Road Trip”.
La escenografía, de postal de ruta norteamericana, sirvió para que más de uno fantaseara, aunque fuera por una noche, con haberse sacado el pasaporte azul marino. No como turistas, sino como “insiders”.
ALEGRÍA DESBORDANTE DE FUNCIONARIOS
Había algo más que diplomacia en las charlas discretas entre funcionarios argentinos y enviados de empresas estadounidenses, más que folklore en los saludos protocolares a Abigail Dressel o en las risas compartidas con la embajadora británica saliente. Había una alegría sincera. Una que parecía brotar no tanto de la simpatía entre naciones, sino de sentirse, por un rato, miembros funcionales —aunque sin uniforme— de la primera potencia del mundo.
Para los funcionarios del gobierno argentino presentes, este evento anual parece ser mucho más que una cita en la agenda diplomática: es una puesta en escena que los coloca en el lugar que desean —y quizá creen— ocupar.
La euforia contenida en sus sonrisas, la prestancia con que posan para las fotos, la soltura con que se funden en un paisaje que no es el suyo pero que los halaga, dice más que cualquier declaración de amor a la patria.
Porque al final, mientras los fuegos artificiales (metafóricos o no) iluminan el cielo de Palermo, lo que se celebra ahí no es tanto la independencia de otro país, sino una forma de adhesión sin fisuras. Una pertenencia deseada. Una rendición estética, emocional y política cuidadosamente disimulada en el marco de un cóctel con pretzels, rock and roll, o jazz suave. Y los brindis, como siempre, se repiten con entusiasmo: “¡Por la libertad!”. Pero nadie aclara de quien.