Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos y vocero involuntario de la dependencia argentina, acaba de ofrecer uno de los sincericidios más extraordinarios de la era Milei.
En una entrevista destinada supuestamente a exhibir la solidez de la “alianza estratégica” entre Washington y la Casa Rosada, comparó el swap otorgado a la Argentina con un “préstamo de padres a hijos”.
Un funcionario del Tesoro, no un panelista de sobremesa, describió al país como un menor de edad económico que necesita que papá firme como garante para que no le cierren la ventanilla.
Triste, pero real
La frase, lejos de ser un exabrupto o algo dicho sin pensar, funciona como una radiografía del vínculo político que el gobierno de Javier Milei se empeña en vender como una relación de pares.
Porque si el propio Tesoro de EEUU explica que la operación funciona como cuando “tus viejos te co-firman el primer préstamo”, queda claro que la retórica libertaria de la soberanía de mercado no resiste ni una ronda de preguntas en inglés. En la exposición de Bessent hay pedagogía, sí, pero infantilizante: Estados Unidos enseña, Argentina toma nota y agradece.
Además hicieron negocio
A ese paternalismo se suma otro detalle que desarma cualquier relato épico: según el secretario del Tesoro, Washington “ya ganó dinero” con Argentina, porque el swap se devuelve “con intereses”.
La Casa Blanca no estaría salvando a nadie. Está haciendo negocio. Y lo está haciendo con un gobierno que necesitaba mostrar algún gesto internacional antes de las legislativas de octubre de 2025, donde Trump ya había intervenido con simpatía abierta y maniobras diplomáticas para mejorar la posición del oficialismo.
Bessent, con la tranquilidad del que habla entre colegas, no solo admitió que Estados Unidos lucra con este “rescate”; también explicó que los fondos provienen del Exchange Stabilization Fund, “un fondo que nunca perdió plata”.
Una aclaración tan contundente que deja al desnudo la ingenuidad (o la extrema necesidad político y económica) del gobierno argentino al presentar el swap como una demostración de amistad estratégica. Para el Tesoro, la operación es exactamente lo que siempre es: una transacción con retorno asegurado.
La comparación con México en 1995 (otro rescate que terminó generando ganancias para Washington) no fue casual. Bessent la introdujo para recordar que estas jugadas son parte del manual estadounidense: se interviene cuando conviene, se cobra cuando corresponde y se capitaliza cuando el beneficiario está suficientemente necesitado como para aceptar condiciones sin chistar.
La diferencia es que, en este caso, la administración Milei lo presenta como un triunfo moral, casi espiritual, producto de una afinidad ideológica con Trump que, paradójicamente, solo vuelve más evidente la asimetría.
Crecer con papá
El costado tragicómico de todo esto es que el gobierno argentino celebra la operación con fervor patriótico mientras el secretario del Tesoro lo explica como un préstamo familiar con intereses asegurados.
La épica libertaria, vestida de águilas imperiales y profecías de prosperidad, se evapora ante una frase tan simple como demoledora: “Ellos nos pagan con interés”. No hay épica: hay contabilidad.
Así, el gobierno que se proclama defensor de la libertad frente al descendiente “colectivismo latinoamericano” termina aceptando el rol de hijo financiero que solo accede a crédito porque papá estadounidense le firma casi una metáfora perfecta del votante joven promedio de La Libertad Avanza.

