En la turística ciudad bonaerense de Tandil, conocida por sus sierras, quesos y salames, la calma fue sacudida por un caso tan peculiar como indignante: el hurto sistemático de botellas de Fernet Branca. Aunque en Italia esta bebida de origen amargo se utiliza como digestivo, aquí es la estrella indiscutida de los tragos populares, inseparable de la gaseosa cola.
“Fernecito”, como fue apodada la ladrona, logró que su caso se convirtiera en el tema del momento de toda la provincia.
Gisela, la mujer apodada “Fernecito”, que robaba fernet en supermercados de Tandil
El “modus operandi” del hurto cotidiano
La protagonista de esta tragicómica historia es Gisela, una mujer de 36 años que, según los registros de las cámaras de seguridad, visitaba un super de barrio hasta tres veces por día para apropiarse de entre dos y tres botellas de la codiciada bebida espirituosa. Su proceder, capturado en video, dejó perplejos a los empleados y al dueño del local, “Tiendas PP”, ubicado en 25 de Mayo y Alberdi.
“Robaba como si fuera rutina”, comentó el comerciante afectado, quien aseguró que Gisela no era una desconocida, sino una clienta frecuente y amigable que incluso había establecido vínculos con los jóvenes empleados, llegando a llamar “sobrinita” a una de las chicas del local.
Allanamiento y pruebas en Tandil
La policía tras recibir la denuncia formal, actuó rápidamente. El allanamiento en el domicilio de Gisela, en el Barrio Procasa 3, no solo confirmó las sospechas, sino que dejó ver un panorama digno de un guion de comedia negra.
En la vivienda se encontraron tres botellas de Fernet Branca, cuidadosamente almacenadas, además de la ropa que usaba en sus incursiones delictivas y, de manera más inexplicable, varias autopartes de motocicletas sin documentación que justificara su posesión.
El furor del fernet y el apodo inolvidable
Es inevitable preguntarse por qué alguien recurriría a este nivel de “profesionalismo” para robar específicamente fernet.
Tal vez, como sugieren algunos, el alto precio de la botella (considerada un lujo para ciertos sectores populares) la empujó a estos actos. Otros especulan que podría vender las botellas en su barrio para obtener un ingreso extra.
Lo cierto es que su obsesión con el fernet le valió el apodo de “Fernecito”, un mote que combina creatividad, descripción y sorna por la elección tan argentina del producto sustraído.
Tandil, entre el turismo y los panfletos preventivos
Lo que más sorprende es que este caso no ocurrió en el Gran Buenos Aires ni en una ciudad de gran tamaño, sino en Tandil, un destino turístico de mediana escala, donde los comerciantes se conocen entre sí.
Tras viralizarse las imágenes de las cámaras de seguridad, otros negocios pequeños denunciaron haber sido víctimas de Gisela, lo que llevó a que en varios locales pegaran carteles con su foto como advertencia.
Un caso que combina indignación y perplejidad
Mientras la justicia avanza con la causa por “hurto”, el caso de “Fernecito” sigue dando que hablar. Gisela, con sus robos de precisión y su apodo que ya es parte del folclore tandilense, dejó su huella en la historia reciente de la ciudad. Aunque, claro, no del modo más honorable. Su accionar “movedizo” parece que dejará de ser una “piedra” en el zapato de los comerciantes de la serrana localidad.