El salón principal de la Asamblea General de la ONU se vació casi por completo antes de que el primer ministro de Israel comenzara su discurso. Delegaciones de decenas de países, entre ellos Colombia, Líbano, Siria, Irak y Turquía, se levantaron y abandonaron el recinto, dejando un espacio silencioso y tenso.
La medida no fue un gesto cualquiera: fue un rechazo simbólico y contundente a la escalada de violencia de Israel en Gaza. La ofensiva militar provoca decenas de miles de víctimas, incluidos miles de niños, y la comunidad internacional observa con creciente alarma cómo el conflicto se intensifica sin señales de cese.
El vacío en la sala reflejó el hartazgo y la condena global hacia las políticas de Netanyahu, considerado por muchos como un líder beligerante y sin intención de buscar soluciones diplomáticas.
Discurso polémico y provocador
Cuando Netanyahu finalmente se dirigió a la Asamblea, la sala vacía era un reflejo del rechazo internacional. Su intervención mantuvo la línea agresiva de su gobierno: defendió la continuidad de los ataques en Gaza y en otros territorios de la región, ignorando los llamados internacionales a detener la violencia.
La ausencia de la mayoría de los delegados convirtió su discurso en un acto aislado, donde cada palabra resonaba como justificación de la guerra.
La estrategia de Netanyahu, lejos de acercar posturas, acrecentó su imagen de líder inflexible y beligerante, desconectado del consenso global y de la presión humanitaria que exige la ONU.
Repercusiones y condena internacional
La retirada masiva de delegaciones dejó un hueco físico en la sala y también simbolizó la creciente condena mundial hacia el liderazgo israelí. La acción diplomática se sumó a un contexto de manifestaciones en las calles de Nueva York y otras ciudades, donde se exigía responsabilizar a Netanyahu por los crímenes cometidos en el conflicto.
El gesto dejó claro que, a nivel internacional, la paciencia con las políticas de Israel bajo Netanyahu se agota. La comunidad global comienza a visibilizar la gravedad de la situación en Gaza, y la protesta en la ONU se convirtió en un poderoso gesto que muestra como las decisiones de su gobierno tienen un alto costo humanitario y un rechazo creciente en el mundo.