“Vení acá, capitana”. Eduardo Domínguez está abrazando conmovido a uno de sus soldados. A su lado, su esposa Brenda lo acompaña en el sentimiento. Estudiantes ya se consagró campeón. Hace calor en Santiago del Estero pero hay lugar para las muestras de afecto de esa clase. Un ramillete humano en el corazón del Madre de Ciudades. Aunque la pareja del deté se da cuenta de algo. Y entonces, procede. “Vení, capitana”.
A la que invitan al momento emotivo es a Karen Bejarano Flores, la esposa de Santiago Ascacibar, quien ya hace unos segundos forma parte de la escena. Para Brenda, se trata de “la capitana”, la mujer del capitán. El hombre que llevó el brazalete, que levantó el trofeo, que escuchó desde las tribunas el canto de “el Ruso no se va, el Ruso no se va”. Un pedido de renovación que bajó enfático desde las gradas.

“¿El cantito? Claro que te llega, porque yo soy del club, pero bueno, ahora estoy mentalizado en la final que se nos viene, me queda una final más (la del Trofeo de Campeones) y después hablaremos del futuro”, dijo el volante después de la consagración en Santiago
El pedido de la gente lo quebró e hizo lagrimear. Sin embargo, Ascacibar también es evidente que, con River interesado en él -aunque no jugará Libertadores, sólo Sudamericana– y alguna otra propuesta de Brasil, el volante deberá ver qué hacer. Mientras tanto, es parte de una troupe que lo venera. Que lo disfruta. De la que es parte él y ella. Su capitana.

