Una definición por penales es, ante todo, un ritual. En casa, en la tribuna o escuchándolo por radio en el coche al costado de la ruta. Hay costumbres que se siguen. Siempre. Y Juan Sebastián Verón demostró las suyas: la cámara del Diario Olé hizo un seguimiento específico de cómo fue el minuto a minuto del presidente de Estudiantes en la tanda ante Racing. Y se lo vio tirando toda la artillería.
El arranque, claro, fue de alegría: grito eufórico en el penal de Estudiantes que abrió la serie. Luego, un rito. El “kiricocho” como mantra ante cada una de las ejecuciones de Racing. Con un lamento posterior, claro. Así fue alternando, la Bruja, hasta su bronca por el penal fallado por Edwuin Cetré. Todo se vino abajo en su rostro, aunque no por dentro. La fe estaba intacta. Y el manual de estilo, también.

Y así, siguió. “Kiricocho”, una y otra vez. Cuernitos en la mano derecha. Cara seria, gesto adusto. Hasta que después del 3-3, Gastón Martirena pateó a la izquierda de Fernando Muslera, quien eligió perfecto el palo. Afuera. Y la Brujita, brazos en alto, felicidad absoluta, sonrisas. Inmediatamente, calma. Había que esperar. Porque iba a patear Facundo Rodríguez.
Y cuando pateó el central, la cara lo dijo todo. Ojos abiertos, manos a la altura de la boca. Tensión acumulada mezcla de un “de la que zafamos” cuando la pelota pasó mansita por debajo de Facundo Cambeses. Y sí: hubo gol. Y entonces, se festejó. Luego, vendría el penal de Santiago Sosa. Y de vuelta, el abanico completo. Del “kirichocho” hasta el “concha”. Todo. Cuernitos, plegarias. Y bronca.
Pero vendría otro gol. Y de ahí, una última reacción. Seriedad ante el tiro de Franco Pardo hasta que el balón dio en el poste. A partir de ahí, JSV salió de foco porque quedó en medio de decenas de abrazos que lo cubrieron. Que le habrán hecho volar la gorrita negra y las gafas negras. Un estallido de gloria. Y de campeón.

