El partido de Gimnasia en Avellaneda debe explicarse desde lo emocional. Ya sin Marcelo Méndez a cargo del equipo, los dirigidos por Fernando Zaniratto tuvieron diez minutos iniciales positivos, en donde pudo ponerse en ventaja. Sin embargo, el penal sancionado por Echavarría por una dudosa mano de Suso frenó en envión del Lobo y permitió que el Rojo crezca en el juego.
Gimnasia fue una montaña rusa emocional, anímica. Por momentos, desconcertado, impreciso. De a ratos, iluminado y metido en el partido. La falta de eficacia de Independiente, que por momentos sobró el partido, lo dejó con vida y el Lobo se aferró a eso. La diferencia mínima que reflejó el marcador durante gran parte del partido fue el mayor alivio de un Gimnasia plagado de irregularidades.
Generó más que en otros partidos y tuvo buenos pasajes de fútbol, pero no logró concretar lo que con tanto esfuerzo y sacrificio generó. Además, así como por momentos se mostró ordenado en defensa, por otros hizo agua y dejó espacios para que los delanteros del Rojo fluyan a su gusto, cometiendo errores que pudieron costar muy caro.
Ya con el segundo tanto del local, el Lobo se desmoronó por completo y el partido quedó liquidado, más allá de alguna aproximación que pudo ser el descuento. Gimnasia volvió a caer y no levanta cabeza. Cero de nueve posibles en un arranque del 2025 rápidamente olvidable, en el que además ya perdió a su técnico y donde el panorama no parece serle favorable.
De penal, Ávalos abrió el marcador en Avellaneda
Angulo estiró la ventaja
Así formaron los equipos
Gimnasia: Luis Ingolotti, Juan Pintado, Leonardo Morales, Gastón Suso y Juan Silva Torrejón; Pablo De Blasis, Martín Fernández, Lucas Castro; Manuel Panaro, Rodrigo Castillo y Norberto Briasco.
Independiente: Rodrigo Rey; Federico Vera, Kevin Lomónaco, Sebastián Valdez y Adrián Sporle; Felipe Loyola, Iván Marcone, Luciano Cabral y Lautaro Millán; Gabriel Ávalos y Diego Tarzia.