El TEG que se está jugando en el fútbol argentino ya tiene dos clásicos picantes. Uno, entre River y Racing por la ejecución de la cláusula de Maximiliano Salas. El otro, entre el mismo club de Núñez y Estudiantes de La Plata, que sumó otro capítulo: la decisión de repescar a Sebastián Boselli a 72 horas de una final sacudió la mañana de sábado en el Country. Y aun cuando la presencia del uruguayo en el mano a mano ante Vélez por la Supercopa Internacional (todavía) no está descartada, el proceder -el no haber advertido con mayor antelación, el contexto- atizó brasas que ya estaban incandescentes.
Y es que está claro que el mecanismo que está estipulado por contrato es válido y que River puede recuperar a un futbolista que cuenta como parte de su patrimonio (de hecho, ocupa un cupo de extranjeros) y al que tiene pensado usar.
Ahora bien: lo que extrañó en cualquier caso es que incluso con una buena relación vigente entre Eduardo Domínguez y Marcelo Gallardo -quienes compartieron representante, Juan Berros, hasta el fallecimiento- no se haya anticipado con mayor margen esta determinación.

Por eso en UNO no ven como un hecho aislado esta decisión de River de imponer su voluntad. Existe un marco de tensión explícita que paulatinamente se había ido calentando a través de declaraciones cruzadas y posteos. Y que tienen su primer punto de quiebre en el mercado de verano, cuando Estudiantes averiguó por Sebastián Driussi -a través de Foster Gillet- y propició el bufido público del CARP.
“Yo no hago ofertas por jugadores sin tener previamente el consentimiento de que el jugador quiere jugar en River”, se había quejado Jorge Brito. “Hay que preguntarle al Austin si llegó esa oferta de Foster Gillet por Estudiantes, pero entiendo que Driussi manifiesta que no jugaría en otro equipo de Argentina que no sea River. Cada uno está en su derecho de hacer lo que quiera con su plata o con la que le prestan”.
En respuesta, Juan Sebastián Verón había aclarado la situación: “Hicimos una averiguación previo a lo de River. Después hablé con su representante, preguntándole, y eso me cerró la puerta porque me dijo que en Argentina solo juega en River. Quedó en eso, después a River le vino bien, y al agente mejor, la de tirarnos al medio y subir la cotización”. Y elevando el nivel de tensión al decir que “no te puede molestar, sos River. Si sabés que el jugador va a jugar ahí, no te tiene que importar mucho. Por ahí está empezando a ver que podemos competir, nos posiciona en un lugar importante como club”.

Aunque los meses posteriores parecieron de tensa calma, la bronca estaba en estado de latencia. Hasta que una frase de Gallardo avivó las llamas: fue cuando se distanció del planteo de Alejandro Sabella contra el Barcelona en 2009 al decir que Estudiantes podía replegarse porque tiene “otra historia, otra cultura”. Algo que fue interpretado como una especie de ninguneo.
Justo después de aquella frase, y cuando River amagaba como pagar la cláusula de rescisión de Maxi Salas ante la negativa de Diego Milito a negociar, Verón había mandado otro mensaje aunque, esta vez, vía redes. Fue cuando, a través de un posteo de Instagram, lanzó: “Al final los reyes de los buenos modales y los que dan clases de moralismo lo hacen peor, se hacen los ofendidos y te la ponen jajajaja. Viva la ‘otra Cultura’.
Dentro de esta coyuntura, un nuevo movimiento de fichas llegó con la decisión de River de quitarle a Estudiantes a Boselli. ¿Cuándo? En City Bell todavía no están seguros de que el defensor pueda jugar la final contra Vélez. Porque Ramiro Funes Mori arrastra una molestia en la rodilla y porque Facundo Rodríguez fue operado de la fractura del tendón extensor del pulgar derecho y está en duda para el martes.
¿Podrá un pedido de Domínguez, todavía con buenas migas con el Muñeco, permitirle a Estudiantes tener al jugador al menos en esta definición? Con el propio Boselli rehén de esta situación -tenía su mente puesta en ELP, en seguir sumando minutos y es por eso que dudaba de aceptar propuestas del exterior- la guerra parece ya no declarada, sino activa.

