El Clásico del domingo próximo encierra una carga emocional muy importante. Más allá de que cualquier enfrentamiento entre Estudiantes y Gimnasia es especial para los hinchas, el del próximo fin de semana encierra un sinfín de situaciones que exponen realidades distintas, con un equipo que si gana quedará puntero de su zona y el otro que precisa puntos para aliviar un poco la carrera en la que entró por mantener la categoría.
En el medio de conjeturas, resultados, puntos y pasión, hay dos personas en las que se focalizará especialmente. Los dos entrenadores, Eduardo Domínguez y Fernando Zaniratto se juegan más que tres puntos, ya que el partido promete ser un quiebre para lo que vendrá, a falta de solamente tres partidos para terminar la fase regular.
Domínguez y el desafío de encontrar los goles para subirse a la pelea por el campeonato
El 2025 no fue el mejor año del deté. Al menos hasta ahora. Si bien hizo una muy buena Copa Libertadores, el equipo nunca terminó de funcionar. Desaprovechó un mercado millonario, quedó afuera de Copa Argentina muy rápido y en el Apertura el nivel del equipo había empezado con expectativas y terminó jugando verdaderamente mal.
Ocupa el puesto 13 de la tabla anual, bastante por debajo de las expectativas que se habían generado en enero. Hipotecó la chance de tener jugar un torneo internacional en 2026 y la Libertadores del año próximo solo depende de que el equipo de un vuelco y salga campeón, aunque por el momento no inspira confianza ya que amaga más de lo que concreta.
El técnico explica el momento en la falta de puntería: “No podemos errar tantos goles”, dice conferencia tras conferencia, además de expresar su bipolaridad en relación a los arbitrajes. Está lejos de para su mejor momento en el club y el Clásico del domingo asomo como una buena chance para enderezar el barco en pos de conseguir el objetivo que él mismo planteó tras la derrota con Flamengo: “tenemos que salir campeones”, tiró.
Zaniratto no se achica: agarró un fierro caliente y prometió “dejar la vida”
El técnico del Lobo arrancó este martes su segundo interinato tras la salida de Alejandro Orfila. En el anterior ganó dos (ante Español por Copa Argentina y Godoy Cruz por torneo local) y perdió ante Independiente. Tomó decisiones lógicas en medio del difícil momento que vivía el equipo y a más de uno le pareció que no hubiese estado mal que se quede al mando antes de la contratación de Diego Flores.
Mientras Gimnasia se desangraba entre las pésimas campañas del Traductor y Orfila, el hacía que la Reserva juegue cada vez mejor. Acaso por ello los dirigentes se convencieron de que había que hacer un cambio antes de que sea más tarde de lo que fue. Y él no dudó.
Zaniratto llega con la ilusión de cambiar la energía y mejorar, al menos un poco, a un equipo que parece abatido. Ya lo hizo una vez y la sensación general que sobrevuela Estancia Chica es que algo cambió. ¿Le alcanzará para dar el golpe y ganar en UNO tras más de dos décadas?