Eduardo Domínguez eligió repetir un método que ya le dio resultados: aislarse, convivir con el plantel y vivir la previa de una final desde adentro. Por eso, en lugar de regresar a su casa, el entrenador pasó cuatro días completos instalado en City Bell, el búnker futbolístico de Estudiantes donde ajustó la última semana de trabajo antes de enfrentar a Racing.
Allí diseñó cada sesión, repasó variantes, reforzó la parte anímica y mantuvo al grupo en un clima controlado, lejos del ruido y enfocado únicamente en el partido decisivo.
La final ante la Academia llega en un momento particular para Domínguez, que en apenas dos años y medio logró llevar a Estudiantes a seis definiciones. Ganó tres —incluyendo la Copa Argentina, la Copa de la Liga y la Trofeo de Campeones— y perdió dos, un registro que lo posiciona como uno de los técnicos más exitosos y consistentes del fútbol argentino reciente.
Esa experiencia en partidos determinantes también marcó su preparación: planificación milimétrica, análisis del rival y pequeñas modificaciones que buscó afinar durante estos días de convivencia permanente.
El aislamiento total volvió a funcionar como un recurso de concentración. El plantel encontró calma, ritmo y foco, mientras el entrenador convivió, observó y marcó cada ajuste en tiempo real.

Así llega Estudiantes a la final: con un DT experimentado en este tipo de batallas, con cuatro días intensos de preparación puertas adentro y con la confianza que le da un ciclo repleto de definiciones. Domínguez sabe lo que es ganar, sabe lo que es perder y sabe, sobre todo, cómo preparar una final. Esta vez, lo hizo nuevamente desde su casa deportiva: City Bell.

