Diego todo lo puede. Su imagen, su esencia, son tan grandes que logran convencer a las masas hasta de ver lo que se quiere que se vea. La sensación que prima es que Diego está jugando con Gimnasia. Solamente su condición de todopoderoso puede dejarlo inmune de haber renunciado al cargo y haber vuelto al mismo en 48 horas.
Sin embargo, la lucha real de todo aquel que haya pasado su vida amando a Maradona es la de evitar verle los hilos. Diego casi no habla en conferencia de prensa (apenas ha contestado un puñado de preguntas) y sólo le da notas a quién ha negociado derechos de televisación. La palabra de Diego tiene un costo alto para quien la desee y ha sido el propio Diego (¿habrá sido él?) el que decidió que ese valor lo maneje un dirigente de turno, en este caso Gabriel Pellegrino, el presidente de Gimnasia.
Lo que empiezan a olfatear una buena cantidad de lobos es algo que no huele bien. Quien acerca a Diego a la Superliga es ni más ni menos que Cristian Bragarnik, el nuevo dueño de la pelota en argentina, un ambicioso empresario que se forjó en territorio mexicano, donde las denuncias sobre el financiamiento de los carteles nunca llegan a puerto deseado. Los aportes privados han hecho del territorio tricolor una base de equipos construidos alrededor de los deseos económicos de Bragarnik, un tipo que se siente a sus anchas en el mercado de la Sociedades Anónimas Deportivas. Ahí es donde Diego se transforma, además, en la llave maestra para un sistema prohibido en Argentina.
Los @Dorados quieren de regreso a Diego Maradona en la dirección técnica, confirmó su representante Christian Bragarnik.
“Me llamaron de Dorados otra vez para decirme que por favor vuelva, que acaban de sacar al DT”.
¿Creen que el “Pelusa” regresará?

