La búsqueda de una persona transgénero desaparecida, dada a conocer en el sitio web de la señal TN del grupo Clarín, provocó un fuerte debate acerca de cuanto incorporó la sociedad argentina las nuevas identidades de género contempladas en la legislación actual a su pensamiento cotidiano.
Porque las respuestas a la desesperada búsqueda de una mujer trans de nombre Javiera, desaparecida hace más de un mes, y que estaba acompañada de su fotografía en el portal de TN, provocó una catarata de mensajes de corte homofóbico y discriminante hacia ella, por parte de los asiduos lectores de ese sitio web de la emisora de TV.
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Frases como “Chacarita compró un 2, que se yo”, u otra tal como “buscan a un hombre disfrazado de mujer, redacten bien capos del género”, “mujer trans no, travesti sí”, era la caladura del tipo de réplica que generó la información publicada.
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Dentro del imaginario de ciertos grupos sociales que aún no aceptan la diversidad de género ni la autopercepción de un género diferente a la sexualidad innata, se mantiene, como hace décadas atrás, la idea de que si la persona trans no luce 100% como el sexo autopercibido lo indica según los patrones históricos de “hombre/mujer”, no debe ser considerado o considerada socialmente como tal.
En este caso la persona desaparecida luce pelo corto y algo de bello facial maquillado en la foto que acompaña al artículo, y eso provocó las réplicas ofensivas hacia su persona y hacia el medio que publica la noticia.
La diversidad es un tema que en apariencia está contemplado y aceptado socialmente, no sólo por el tratamiento inclusivo en la mayoría de los medios de comunicación, sino por la legislación que desde hace años acompaña las temáticas, pero estos hechos que se repiten con mucha frecuencia en los comentarios del público debajo de informaciones de esta índole en sitios de noticias, portales y redes sociales, hacen reflexionar sobre cuanto trabajo aún queda para adaptar pensamientos arcaicos, que algunos creían superados, a la realidad del siglo XXI.
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