Caminar por cualquier ciudad de la costa bonaerense sin cruzarse con una remera musculosa con el número 23 de Michael Jordan y los Chicago Bulls se ha vuelto una misión imposible. Lo mismo sucede en CABA, en La Plata y en casi todas las ciudades argentinas.
Es que el fenómeno de la serie “El último baile” (The last dance) se demoró en llegar a nuestras costas unos meses como la pandemia. No es que recién se esté estrenando por estos días la magnífica docuserie de Netflix.
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Aquí se vio al unísono con el resto del mundo hará unos 8 meses.
Lo que tardó en llegar fue el calor, y con él, la utilización de esa prenda particular que en Argentina llamamos “remera musculosa” tan asociada al basquet y los deportes que requieren una libertad de movimientos absoluta de los miembros superiores.
Pero lo real es que para quienes vivieron los tiempos del apogeo de “Air Jordan” como líder indiscutido de la NBA, volver a observar como jóvenes que no habían nacido y ni siquiera estaban en los planes de sus, por entonces, adolescentes padres, hoy puedan vestir esa casaca es poco menos que increíble.
Es que la 23 de Jordan tuvo su magia, su tiempo y su esplendor, pero en Argentina había desaparecido por décadas, hasta que la nueva televisión a demanda, la que todo lo puede, recreó una moda que este verano se impuso nuevamente con “The Last Dance”.
Para darle “background” a la razón de la nueva moda retro es interesante que quien sólo vio la serie sepa, al menos por ponerse “su” remera musculosa, la dimensión del genio del basquet mundial.
Pongamos en contexto.
¿Qué hace que un deportista retirado hace 18 años siga siendo una figura tan rentable?
¿Por qué alguien de 57 años sigue siendo el mayor referente en el mundo del basquet actualmente?
En la NBA saben bien lo que significa perder la fuente de ingresos que suponía para la liga un jugador como Jordan.
En su última temporada activo, las finales del 1998 tuvieron una audiencia de 29 millones de televidentes por partido.
En 1999 esta cifra cayó un 45% y en los siguientes 20 años, a pesar de la expansión de la liga a nivel internacional, solo las finales de 2016 y 2017 entre Cavaliers y Warriors consiguieron superar los 20 millones de espectadores, muy lejos de los registros en las disputadas por los Bulls.
Pero si el deporte fue el que hizo famoso a Michael Jordan, sus sponsors fueron los que le hicieron millonario.
En sus 13 temporadas en Chicago ingresó un total de 94 millones de dólares mientras que por contratos publicitarios acumuló en las últimas cuatro décadas 2 mil millones de dólares, según indica la revista Forbes.
Y es que la figura de Jordan sigue siendo actualmente el activo más importante del mundo del basquet.
Sólo el año pasado, esta famosa publicación estimó que su marca de ropa Air Jordan ingresó un total de 160 millones de dólares, y por supuesto zapatilla y remera son sus caballitos de batalla.
Para poner en contexto lo que eso significa, la de LeBron James, actualmente activo y que también usa la remera 23, vende cuatro veces menos.
Los beneficios que sigue generando una vez retirado, sumado a algunas buenas inversiones (actualmente es el dueño de los Charlotte Hornets, que a pesar de sus resultados deportivos son una importante fuente de ingresos) han convertido a Jordan en el atleta con mayor patrimonio del planeta. Con una fortuna estimada de 2.100 millones de dólares, ocupa el puesto 1.001 de la Lista Forbes.
Tiger Woods es el siguiente deportista del ránking con 800 millones de dólares.
Su éxito deportivo y comercial, sumado a su carácter dentro y fuera de la cancha convirtieron a Jordan en todo un icono de la cultura popular.
La creación de su propia marca de zapatillas, la dureza con la que trataba a sus compañeros para empujarlos a la victoria, sus retiradas, su paso por las ligas menores de béisbol, sus problemas con las apuestas, dramas familiares como el asesinato de su padre o incluso apariciones en la gran pantalla agigantaron el mito de uno de los mejores atletas de todos los tiempos.
The Last Dance aprovechó el parate que tuvieron durante la primera ola del coronavirus las competiciones para volver a poner en el foco mediático la que probablemente es la figura más rentable de la historia del deporte. Con el documental volvió (si es que alguna vez se fue) la Jordanmanía.
Y con el verano en el hemisferio sur llegaron de nuevo las remeras con número 23 a las playas, las plazas y paseos de las ciudades argentinas.
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