La gente lo paga 5 mil pesos, pero si lo pusiera a 10 mil, también lo vendería. Es que observando el faltante y los precios exorbitantes a los que se ofrece el repelente para mosquitos, puede decirse que este vendedor ambulante de La Plata “la vio”, y dio en la tecla.
Su nombre es Facundo, e Infocielo lo entrevistó en su improvisado ámbito de comercio callejero, para conocer su historia de interpretación de las leyes del “libre mercado”.
Ante la invasión de mosquitos a un vendedor ambulante del centro de La Plata se le ocurrió ofrecer repelente en la esquina de 7 y 47, y todo el mundo se los compra a 5 mil pesos
La incesante ola de mosquitos provocada por la alta humedad, la lluvias, y las temperaturas veraniegas, provocó una escasez en la oferta de los imprescindibles repelentes, para evitar las molestas y constantes picaduras de estos entrometidos insectos.
Tan profunda es la faltante de este producto farmacéutico que cada vez se hace más habitual ‘oler a esencia de vainilla’ en el transporte público, gracias a la viralizada fórmula casera que incluye este producto alimenticio como expulsor de los mosquitos, a quienes no les agrada su dulce aroma.
Pero para quienes no conocen este método, o no confían en su efectividad, comprar el repelente se convierte en algo fundamental para evitar andar palmeándose el cuerpo a razón de 15 veces por minuto.
MOSQUITOS, REPELENTE Y LIBRE MERCADO
Por eso lo que se le ocurrió al vendedor ambulante Facundo por sufrir en carne propia las permanentes picaduras de mosquitos podría decirse que hace honor a las ideas planteadas desde Adam Smith hasta ahora acerca del Libre Mercado.
Es que viendo los altos precios que los comerciantes están pidiendo por un repelente en aerosol, en crema, o hasta en vaporizador, tuvo la original idea de ir a buscar la provisión del elemento a la ciudad de Buenos Aires, sabiendo que en La Plata era casi imposible conseguirlo.
REPELENTE QUE ATRAE
En el reportaje puede verse cómo los transeúntes frenan ante su sencilla mesita llena de envases de repelente de primera marca, y son capaces de pagar hasta el doble del valor que él pide para hacerse de uno de ellos.
“Se me ocurrió porque me comían los mosquitos… Empecé con un pack, dos packs, tres packs y ahí empecé a vender“, explica Facundo con la naturalidad y la sencillez de alguien que olfateó que donde hay una necesidad… también nace un negocio.

