Los más jóvenes no se van a acordar, pero durante décadas el desodorante marca Rexona se vendió en Argentina bajo otro nombre: Rexina. Hoy suena raro, por supuesto. Muchos ni lo notaron en su momento y otros todavía creen que se lo imaginaron. Pero fue real, y tiene una explicación tan insólita como hermosa.
El comediante e influencer Pablo Molinari lo contó en un video brillante en sus redes. Cuando la marca australiana Rexona llegó al país, la empresa local encargada de su producción tenía un problema logístico. Resulta que las máquinas de impresión de las etiquetas usaban rodillos muy angostos, y la palabra “Rexona” no entraba completa en el diseño. ¿Solución de emergencia? Reemplazaron la letra O (demasiado ancha) por una I (más angosta), y así nació Rexina. Durante años se vendió así, sin mayores explicaciones, hasta que en 1992 finalmente recuperó su nombre original.
“REBRANDING” O CAMBIO DE NOMBRE EN UNA MARCA
Este tipo de cambios, que en su momento fueron verdaderas bombas para una generación, hoy están totalmente naturalizados.
Lo curioso es cómo las nuevas generaciones suelen aferrarse a lo que conocieron de chicos como si fuera inmodificable. Cualquier cambio en logos, nombres o colores les parece un sacrilegio. El caso reciente del cambio de color de MercadoLibre, por ejemplo, generó reacciones casi dramáticas entre los más jóvenes. Pero estas cosas ya pasaron, y varias veces, como el liberalismo, luego neoliberalismo, y ahora corriente austríaca.
Otro caso bien argentino y que aún no todo el mundo conoce, es el del famoso queso blanco García. Ese pote blanco y azul clásico que durante décadas decía simplemente “García” pasó a llamarse Tregar, y más de uno pensó que era otra empresa.
Pero no: Tregar es el nombre actual de la empresa familiar, y viene del apócope “Tres García”, en honor a los tres hijos del fundador, Cipriano García, que continuaron el negocio: Florencio, Vicente y Pedro. Es el mismo queso, con nuevo nombre. Un rebranding familiar, pero que desconcertó a varios. Y que como todo lo lácteo, luego compró Mastellone (hoy Arcor).
También está el caso del actual Danonino, ese postrecito de frutilla o vainilla que todavía se consigue en supermercados. Antes se llamaba Petit Suisse, nombre genérico heredado de su receta original suiza. Pero en algún momento, la empresa Danone decidió ponerle un nombre propio, más simpático para chicos, y lo convirtió en Danonino. Lo curioso es que los adultos de hoy todavía lo llaman “el Petit”, mientras que los más chicos no tienen idea de qué les están hablando.
Estas historias sirven para algo más que la nostalgia: recuerdan que lo que creemos “eterno” cambia todo el tiempo. Lo que hoy parece impensado ya pasó, y probablemente vuelva a pasar.
Así que, la próxima vez que alguien vea una marca con nuevo nombre o logo, que no se escandalice tanto. Si se sobrevivió a Rexina, se puede bancar cualquier cosa, por ejemplo este video que parece de hoy mismo, y lo dijo Tato Bores hace muchas décadas.