De acuerdo a la información del sitio web “Derecho en Zapatillas”, y basado en la publicación del propio comercio que lo denunció en su Instagram, fue clausurado un local que vendía facturas con forma de pene.
Sucedió en Córdoba, en el establecimiento llamado “Vergotas“, que vende ese tipo de productos.
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Con una llamativa faja que rezaba “publicidad en infracción”, las autoridades prohibieron la continuidad de ese sitio en la ciudad de Córdoba, capital de la provincia homónima.
“VerGotas” era conocido por su especialidad en la venta de waffles con formas de genitales, fálicas o de la anatomía femenina.
La dueña, en un posteo viral en Instagram, anunció la clausura con un rotundo “¡Cerrado hasta próximo aviso!”, explicando que se debió a “faltas a la moral y a las buenas costumbres”.
Acompañó su comunicado con una imagen de la fachada del local que llevaba el nombre comercial “¡Que no te apene!”.
La intervención de las autoridades municipales se originó a raíz de una queja por escrito de una vecina, quien consideró inapropiada la publicidad mientras paseaba con su hija.
Funcionarios municipales, al llegar al lugar, consideraron no solo la afectación a la “moralidad y las costumbres”, sino también la falta de documentación habilitante y la caducidad del matafuego en 2022.
La clausura además implicó una multa económica a la propietaria por la infracción a la ordenanza municipal.
Ante los hechos consumados y acabado el operativo, su dueña de nombre Tamara, emitió un video explicativo, reconociendo las múltiples denuncias y los cargos por daños a la moral y las buenas costumbres, dejando abierta la incógnita sobre el futuro del emprendimiento.
La clausura de un establecimiento por “faltas a la moral y buenas costumbres” es una medida que puede tomarse en ciertas jurisdicciones, pero la aplicación específica puede variar significativamente.
En principio (informa el sitio dedicado a asesoramiento profesional en derecho) no sería legal una clausura por esa causal si no hay perjuicio a terceros.
En algunos países o regiones, existen leyes y regulaciones que permiten a las autoridades cerrar un negocio si se considera que sus prácticas van en contra de normas éticas o culturales.
El cierre de comercio clausurado en Córdoba por vender waffles en forma de miembro viril masculino
PRINCIPIOS Y VALORES DIFERENTES EN CÓRDOBA
El local ubicado en la calle Duarte Quirós 249, en el centro de Córdoba Capital, tiene 3 años de existencia porque nació como emprendimiento en pandemia.
Desde que levantaron la persiana tuvieron que lidiar con la polémica por la temática sexual de sus productos, pero hasta la actualidad nadie los había obligado cerrar.
De hecho los consumidores de “penes comestibles” solían apostarse en fila, parados durante varios minutos, para degustar con fruición el provocativo waffle.
La carta se divide entre las unidades que promocionaban como “vergotas y chochas”, que podían elegirse dulces o saladas. Los rellenos eran de dulce de leche, de pasta de avellanas, o con sabor a golosinas clásica ls internacionales como “Kit-Kat o Kinder”.
La cobertura tenía la posibilidad de ser un delegado fhilo de chocolate blanco: cómplices de la broma del lugar lo llamaban, apelando a la clásica picardía cordobesa, “topping precoz”.
El costo al momento de la clausura cada waffle costaba alrededor de 2 mil pesos. Todos medían 16 centímetros de longitud, un tamaño que podría calificar de “promedio”.
DISTINTO ‘EN BAIRES O MADRID’
Comercios de ese rubro que incluye venta de raciones de masa tipo waffles con una morfología ligada a partes sexuales del cuerpo masculino y femenino son tradicionales en Madrid desde hace muchos años en locales denominados “La Pollería“, en referencia al nombre que en ese país se le da coloquialmente al miembro viril masculino.
Emprendimientos similares también se instalaron en Buenos Aires a imitación del español bajo la denominación “La Puntita“.
La clausura del comercio cordobés no se ha podido determinar si tiene directa liigazón con el reciente cambio de gobierno tanto local, como nacional y provincial, y una modificación de los estándares de evaluación de la “moral y buenas costumbres”.
Lo que queda claro es que, de ser así, la paradoja de vivir en una sociedad con acento en lo liberal se esta viéndo algo más constreñida, y parafraseando el espíritu del negocio, la promocionada libertad muestra una flacidez mayor a la anterior, o visto inversamente, una rigidez más estricta en la aplicación de las normas.
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