Cuando el lector avezado piensa que ya lo vio todo en materia de “rulos periodísticos” para, frente a una misma realidad, atacar o tratar con “letras de algodón” a un gobierno, dependiendo de su signo político y la conveniencia económica del medio de comunicación, aparece un nuevo ejemplo, como el del Grupo Clarín en las últimas horas, de tratar una situación desagradable “con mano de seda“, para que no parezca tan dura.
Un artículo en ese diario, tanto en su edición de papel como en la web, da cuenta de “la otra cara de las vacaciones“: Es decir que se centra en aquellos que debieron anularlas, suspenderlas, o acortarlas por el brusco aumento del costo de vida de este último mes, duplicando la ya elevadisima inflación que se venía dando en 2023.
Algunos títulos internos o párrafos destacados de la nota hacen parecer imposible que a quien la escribió no le haya dado ‘un poco de vergüenza propia’ justificar como “algo beneficioso” el haber tenido que tomar la decisión de prescindir de irse aunque sea unos días a la costa atlántica por falta de dinero, producto de la suba de más del 100 % en algunos productos alimenticios y el combustible que pasó de 350 pesos a más de 800 en 30 días.
EL “ALIVIO” DE QUEDARSE EN CASA
Bajo el título “ Vacaciones en stand by: La clase media que este año se queda en casa“, la edición impresa de Clarín despliega algunas de las frases más creativas que puedan imaginarse para justificar “las bondades del ajuste”.
Llama “encerrona inflacionaria” al criminal aumento de todos los valores de la economía doméstica sin que hubieran subido nada los salarios y jubilaciones, dando a entender tácitamente que no había otra alternativa y subrayando de modo implícito el carácter “heredado” que llevó la decisión del ministro Caputo de devaluar, haciendo subir al dólar oficial un 120%.
Con supuestas frases de “turistas interruptus” que no pudieron irse de vacaciones como: “Este año no da”, “Prefiero invertir en otra cosa”, “Lo dejamos en pausa, veremos qué pasa en febrero”, muestran como si fueran decisiones voluntarias y convencidas, lo que en realidad es obligado como fruto de una situación económica límite, en parte recibida, pero mayormente autoinflingida para fines que todavía están por desvelarse.
Sin embargo el fragmento estrella de la increíble nota de Clarín es cuando argumenta: “Un clima atípico: con menos descanso, más desgano para hacer las valijas y, en el fondo, hasta una extraña especie de alivio por no exponerse al altísimo gasto de tener que viajar“.
Luego remata con un increíble giro que hace recordar al refrán “mal de muchos, consuelo de tontos”, pero sobre ‘un colchón de finas hierbas de cinismo‘, porque señala: “Lo que sobra es empatía. Quienes no se van (de vacaciones) saben que no se quedan solos“.
“ZONA DE CONFORT”
Al hecho de quedarse en sus casas por parte de muchas familias de clase media, Clarín lo define en esta frase: “El GPS del bolsillo marcó el rumbo hacia la decisión de mantenerse en cierta zona de confort“.
Con envidiable optimismo nadie se queja en el artículo. Es más, le ven el lado bueno a no salir de casa, además de patear para el invierno la posibilidad de una ‘escapada’: “Iremos a la pileta del club y aprovecharemos para visitar algunos lugares para los que nunca encontramos el tiempo durante el año, como algún museo, mercado gastronómico o ir al teatro, y alguna escapada de dos o tres días a un destino cercano. Y quizás veré en vacaciones de invierno de organizar un viaje por algún lugar del interior”.
De todos modos nada supera el eufemismo mejor resumido de todo el artículo, que es llamarle a la situación de falta de dinero para salir de vacaciones “Verano en Pausa“, casi el perfecto título para un film candidato al Óscar.



